Pues los colibríes (por aquí se les llama picaflores) vuelan de una manera alucinante: sólo se les ve el cuerpo porque baten las alas a grandísima velocidad. Se instalan a volar un punto, se desintegran y aparecen en otro punto, mueven un poco la cabeza, se desintegran, aparecen poco más allá, etc… Lo más llamativo es el ruido que hacen, como de moscardón enorme.
Un fuerte abrazo de «miércoles» 😀
PABLO GONZ
Gracias, Claudia. Aquí la primavera ya apunta por todos lados pero aún padecemos el frío y la lluvia. ¡Con tal que no sea como el año pasado que hubo un solo día de verano! Creo recordar que cayó en jueves, puf.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
75 veces por segundo baten sus alas. También se les denomina picaflores a los donjuanes o falderos que corren de flor en flor, de falda en falda. Moraleja: quien la sigue la consigue o el aspaviento como técnica de ligoteo a propulsión.
Aquí en Chile, los mapuches dicen que los picaflores son los mensajeros de los dioses, quizás porque es alucinante encontrarse con uno en según qué circunstancias. Una vez iba yo por una quebrada umbría, más o menos chapoteando por un triste estero, cuando escuché el runrún característico de un picaflor. Empecé a mirar a todos lados pero no lo veía. Y luego me di cuenta de que lo tenía delante mis narices, a unos cuarenta centímetros. El sol tamizado entre las ramas de los árboles rebotaba en su lomo verde o dorado. Me miraba con intensidad. Se fue.
Abrazos mucho más lentos,
PABLO GONZ
Sí, Neli, el colibrí es un ave maravillosa. A mí me gusta de ella sobre todo su imprevisibilidad. Otros destacarán otras características.
Abrazos sonrientes para ti, 🙂
PABLO GONZ
Pablo: el colibrí además de hermoso es enigmático. La culturas precolombianas dan cuenta de ellas. El principal dios de los aztecas, Huitzilopochtli, signigica «Colibrí hechicero» o «Colibrí zurdo». Hay un disco de Jorge Reyes y Antonio Zepeda, A la izquierda del colibrí, muy bueno. Te dejo la letra de esta canción. Un abrazo.
«Estoy tan acostumbrado a estar vivo
que ni cuenta me di cuando me volví zopilote.
Cuando vuelo no tengo miedo,
nadie me ha podido alcanzar.
En la casa del colibrí no se ha escuchado
la última palabra.
Nadie recuerda exactamente
cuando me vieron por última vez
cazando con las manos conejos de fuego en la oscuridad.
Como una greca palpitante,
siete víboras al acecho.
En el fulgurante mar de arriba
solo perdura mi canto.
Después del eclipse de sangre
ya casi ni gente somos.
Aquí donde llueve tierra
los signos están rotos.
Xolotl bajó al infierno en forma de perro.
Solo quedan las casas
y los indios colgados en el viento encendido.
Mi sombra empolvada
cae sobre el tambor de tierra.
En el espejo humeante
soplan las flautas funerarias.
En el lago del ombligo de la luna
casi siempre hay una respuesta.
Solo hay que saber cuál es la pregunta correcta.»
Ohh! mi ave!, perdón pero: los dioses la hicieron para mi!.
A visto sus nidos?, mas alla de toda hermosura!
Hoy miles de abrazos. Gracias por su haiku.
P.D. Tambien el zenzontle es mio!.
Bueno, en ese caso, gracias por prestarla, Rosio. 🙂
Y no, no he visto sus nidos pero saldré a investigar.
Miles de abrazos para ti y gracias por tu visita.
Otro día te pido el zenzontle.
PABLO GONZ
Y mi pareado para el tanka. Un día teníamos que hacer entre todos como los haijines: uno pone un haiku y el siguiente un pareado, otro un haiku y así sucesivamente con una cadena de comentarios. Podría salir algo bonito. ¿Verdad?
Me parece una excelente idea, Alberto. El otro día explicaste que el primer verso del pareado debe hacer referencia al último verso del haiku. ¿Qué clase de conexión tendrían el segundo verso del pareado que nos das y el primero del siguiente haiku? Lo pregunto para responderte a cabalidad (esto es, con un haiku).
Un abrazo,
PABLO GONZ
Sin hacer desprecio, ni mucho menos, a la poesía que, sin conocer, aprecio; sino más bien por mantener al menos uno de vuestros pies con un leve, pero necesario, contacto en esta Tierra llena de piedras; y desde mi más profunda envidia zoológica anclada en tierra de gorriones, vengo a deciros que una vez vi un video de un tipo tumbado en una terraza, con una flor dibujada alrededor de un ombligo pseudo-kárstico, y de aquella flor libaba en vano un maravilloso colibrí; no sé si salvaje o amaestrado; a todas luces equivocado.
Una imagen muy potente, Propílogo, y bellamente descrita. A cambio te ofrezco la explicación de algo que vi en internet (¿dónde si no?) Un tipo se había tatuado en la tripa la figura de un gato. De espaldas. El resto te lo imaginas.
Abrazos asqueados,
PABLO GONZ
Una vez, en la selva Boliviana, viniendo desde muy lejos, un colibrí se paró frente a mí, sin dejar de volar… suspendido en su aire, a un palmo de mis narices. Lo siento, no puedo contaros lo que me dijo.
Es de una sutileza extraordinaria llegar a ver que detrás de un colibrí hay una flor que vuela.
Decía Gil de Biedma que la sensibilidad del poeta se emparenta con la del niño. Y hay que volver al corazón de la infancia, o conservar plenamente su espíritu, para construir la belleza de una imagen desde una sencillez tan sugestiva.
Oye, ¡qué bien, Iván! Muchas gracias por tu comentario. Me encanta ser reconocido como un niño (lo soy y espero seguir siéndolo durante muchos años). Sutileza, sensibilidad… para apreciar todo eso hay que ser sutil y sensible. De modo que te devuelvo el cumplido.
Abrazos turolenses,
PABLO GONZ
Gran inspiración, el colibrí. Bella transformación, Pablo.
En el lugar donde veraneo cada año, Monte Hermoso, sobre el Atlántico, abundan los colibríes. En la casa hay muchas lantanas, arbustos con flores compuestas diminutas y multicolores y ellos se enamoran de esas plantas. Lo más gracioso que les he visto hacer es bañarse bajo la lluvia del aspersor(le decimos sapito, por aquí)del riego. Y en una oportunidad, vi un colibrí tomando el agua de riego que se había depositado en una mitad de almendra; un cuenco adecuado a su tamaño, verdad?
A veces es mejor acudir tarde a tu post, como hoy, así se disfruta doblemente: de lo tuyo y de los comentarios.
Muchos cariños.
Mónica, muchas gracias por compartir estas anécdotas. Las encuentro muy inspiradoras. Por suerte comentan por acá muchas voces atinadas que crecen al lado de lo que uno humildemente publica.
Muchos cariños también para ti,
PABLO GONZ
No debías haber puesto la solución a la adivinanza!!!
Jeje, claro que, en ese caso, nos habríamos perdido la poesía (es que yo soy muy mala, nunca las adivino!)
Todas las primaveras aparece cerca de la avelia el colibrí. Es casi parte del follaje del arbusto y podría confundirse con una de sus flores, si no fuera porque se niega a abandonar su viejo vicio de flotar.
Pablo González Cuesta (Pablo Gonz) es un escritor español nacido en Sevilla (1968) y radicado en Valdivia (Chile) desde el año 2001. Hasta los tres años, vivió en Sao Paulo (Brasil) y a esa edad su familia se trasladó a Barcelona, donde permaneció hasta 1976. El siguiente destino fue Madrid, donde pasó la mayor parte de su infancia y su juventud, con frecuentes estancias en un pueblo de la Montaña Leonesa (Cofiñal) de donde procede su familia. Posteriormente, vivió durante casi un año (1991-1992) en Múnich (Alemania). En este mismo periodo se produjo su definitivo acercamiento a la literatura, siendo sus primeras referencias literarias Gabriel García Márquez, Eduardo Mendoza, León Tolstoy y Stefan Zweig. Tiene seis novelas publicadas: 1996: «La pasión de Octubre» (ed. Alba, Barcelona). 1997: «Experto en silencios» (ed. Bitzoc, Palma de Mallorca, España). 1998: «Los hijos de León Armendiaguirre» (ed. Planeta, Barcelona). 2008: «Libertad» (ed. Uqbar, Santiago de Chile). 2008: «Mío» (ed. Carisma, Badajoz, España). 2014: «Lavrenti y el soldado herido» (ed. 20:13, Valdivia, Chile). 2015: «Libertad» (ed. Fantasía, Madrid, España). «La saliva del tigre. Minificciones» es su único libro de microficción (2010).
6 octubre, 2010 a las 13:04
Descubierta entre las ruinas del misterio una nueva teoría de la evolución: el transformismo poético.
Un fuerte abrazo a todos,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 13:16
Qué bonito Pablo, me encantaría ver volar un colibrí, pero por aquí no se dan
Un ejercicio precioso para un martes gris otoñal.
Una abraçada
6 octubre, 2010 a las 13:28
Pues los colibríes (por aquí se les llama picaflores) vuelan de una manera alucinante: sólo se les ve el cuerpo porque baten las alas a grandísima velocidad. Se instalan a volar un punto, se desintegran y aparecen en otro punto, mueven un poco la cabeza, se desintegran, aparecen poco más allá, etc… Lo más llamativo es el ruido que hacen, como de moscardón enorme.
Un fuerte abrazo de «miércoles» 😀
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 13:30
¡Ostrás que fuerte! ¡que es miércoles ya!
6 octubre, 2010 a las 13:32
Lo siento. Perdiste un día pero ganaste proximidad con el fin de semana. 😉
6 octubre, 2010 a las 13:20
¡Qué bonito Pablo! anticipando la primavera, que ya comenzó a colgarse por las ramas.
Saludos!
6 octubre, 2010 a las 13:31
Gracias, Claudia. Aquí la primavera ya apunta por todos lados pero aún padecemos el frío y la lluvia. ¡Con tal que no sea como el año pasado que hubo un solo día de verano! Creo recordar que cayó en jueves, puf.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 13:41
75 veces por segundo baten sus alas. También se les denomina picaflores a los donjuanes o falderos que corren de flor en flor, de falda en falda. Moraleja: quien la sigue la consigue o el aspaviento como técnica de ligoteo a propulsión.
Abrazos a 75 veces por segundo.
6 octubre, 2010 a las 13:48
Aquí en Chile, los mapuches dicen que los picaflores son los mensajeros de los dioses, quizás porque es alucinante encontrarse con uno en según qué circunstancias. Una vez iba yo por una quebrada umbría, más o menos chapoteando por un triste estero, cuando escuché el runrún característico de un picaflor. Empecé a mirar a todos lados pero no lo veía. Y luego me di cuenta de que lo tenía delante mis narices, a unos cuarenta centímetros. El sol tamizado entre las ramas de los árboles rebotaba en su lomo verde o dorado. Me miraba con intensidad. Se fue.
Abrazos mucho más lentos,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 13:45
Flores revoloteando por todos lados… Qué bonito.
6 octubre, 2010 a las 13:49
Me gusta que te guste, Su.
Abrazos alígeros,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 13:51
Muy bello. Por acá donde vivo yo, a veces se aparecen los colibrís. Es espectacular verlos.Un saludo grande como siempre. Neli 🙂
6 octubre, 2010 a las 13:55
Sí, Neli, el colibrí es un ave maravillosa. A mí me gusta de ella sobre todo su imprevisibilidad. Otros destacarán otras características.
Abrazos sonrientes para ti, 🙂
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 14:24
Pablo: el colibrí además de hermoso es enigmático. La culturas precolombianas dan cuenta de ellas. El principal dios de los aztecas, Huitzilopochtli, signigica «Colibrí hechicero» o «Colibrí zurdo». Hay un disco de Jorge Reyes y Antonio Zepeda, A la izquierda del colibrí, muy bueno. Te dejo la letra de esta canción. Un abrazo.
«Estoy tan acostumbrado a estar vivo
que ni cuenta me di cuando me volví zopilote.
Cuando vuelo no tengo miedo,
nadie me ha podido alcanzar.
En la casa del colibrí no se ha escuchado
la última palabra.
Nadie recuerda exactamente
cuando me vieron por última vez
cazando con las manos conejos de fuego en la oscuridad.
Como una greca palpitante,
siete víboras al acecho.
En el fulgurante mar de arriba
solo perdura mi canto.
Después del eclipse de sangre
ya casi ni gente somos.
Aquí donde llueve tierra
los signos están rotos.
Xolotl bajó al infierno en forma de perro.
Solo quedan las casas
y los indios colgados en el viento encendido.
Mi sombra empolvada
cae sobre el tambor de tierra.
En el espejo humeante
soplan las flautas funerarias.
En el lago del ombligo de la luna
casi siempre hay una respuesta.
Solo hay que saber cuál es la pregunta correcta.»
6 octubre, 2010 a las 15:15
Muchas gracias por tus aportes, José Manuel. Enriquecen, como siempre, este espacio.
Abrazos aztecas,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 14:27
Precioso haiku, Pablo. El transformismo poético nos invita a vivir cada día.
Un abrazo
6 octubre, 2010 a las 15:16
Pues venga, Patricia, a aceptar esa invitación que sin poesía no somos nada.
Abrazos líricos,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 15:07
Qué maravilla y además es la única flor que aprendió a volar hacia atrás 🙂
6 octubre, 2010 a las 15:18
Mira, eso no lo sabía, Tatiana. Es verdad: que los colibríes son los únicos pájaros capaces de volar hacia atrás.
Un sorprendido abrazo,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 15:11
Ohh! mi ave!, perdón pero: los dioses la hicieron para mi!.
A visto sus nidos?, mas alla de toda hermosura!
Hoy miles de abrazos. Gracias por su haiku.
P.D. Tambien el zenzontle es mio!.
6 octubre, 2010 a las 15:20
Bueno, en ese caso, gracias por prestarla, Rosio. 🙂
Y no, no he visto sus nidos pero saldré a investigar.
Miles de abrazos para ti y gracias por tu visita.
Otro día te pido el zenzontle.
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 15:34
Y se empeña de volver a sus orígenes.
Bello haiku Pablo.
Pasate por mi blog y dame una opinión de mi última entrada, si puedes.
Un abrazo.
6 octubre, 2010 a las 15:36
Gracias, Torcuato. Leí «Obra maestra» hace un rato pero vuelvo a ver.
Abrazos,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 16:03
precioso haiku del colibrí, lo llamo: flor en remolino. besos Hebe.***
6 octubre, 2010 a las 19:14
Eso, «flor en remolino». Me gusta. Gracias por aplicar tu espejo a este poema.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 16:40
Realmente precioso. De aquí podría partir una leyenda. Un abrazo.
6 octubre, 2010 a las 19:15
Leyenda que te invito a escribir y a compartir.
Un abrazo también para ti, Maite.
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 16:58
Hermosa imagen la que nos ofreces con tan pocas palabras.
6 octubre, 2010 a las 19:17
Gracias, Araceli. Sin la caja de resonancia apropiada, las palabras no son nada. Tú haces hermosa la imagen.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 18:21
«Zumba, bulle, confunde:
el jardín se evapora.»
Y mi pareado para el tanka. Un día teníamos que hacer entre todos como los haijines: uno pone un haiku y el siguiente un pareado, otro un haiku y así sucesivamente con una cadena de comentarios. Podría salir algo bonito. ¿Verdad?
Un abrazo, Pablo.
6 octubre, 2010 a las 19:20
Me parece una excelente idea, Alberto. El otro día explicaste que el primer verso del pareado debe hacer referencia al último verso del haiku. ¿Qué clase de conexión tendrían el segundo verso del pareado que nos das y el primero del siguiente haiku? Lo pregunto para responderte a cabalidad (esto es, con un haiku).
Un abrazo,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 20:19
Sin hacer desprecio, ni mucho menos, a la poesía que, sin conocer, aprecio; sino más bien por mantener al menos uno de vuestros pies con un leve, pero necesario, contacto en esta Tierra llena de piedras; y desde mi más profunda envidia zoológica anclada en tierra de gorriones, vengo a deciros que una vez vi un video de un tipo tumbado en una terraza, con una flor dibujada alrededor de un ombligo pseudo-kárstico, y de aquella flor libaba en vano un maravilloso colibrí; no sé si salvaje o amaestrado; a todas luces equivocado.
6 octubre, 2010 a las 20:40
Una imagen muy potente, Propílogo, y bellamente descrita. A cambio te ofrezco la explicación de algo que vi en internet (¿dónde si no?) Un tipo se había tatuado en la tripa la figura de un gato. De espaldas. El resto te lo imaginas.
Abrazos asqueados,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 21:19
Te salió un haiku milenario. Enhorabuena.
Una vez, en la selva Boliviana, viniendo desde muy lejos, un colibrí se paró frente a mí, sin dejar de volar… suspendido en su aire, a un palmo de mis narices. Lo siento, no puedo contaros lo que me dijo.
Un abrazo, Pablo.
6 octubre, 2010 a las 21:53
Kum*, hermano. Mira mi respuesta al comentario de Agustín Martínez Valderrama (nº 4)
Abrazos cordiales,
PABLO GONZ
7 octubre, 2010 a las 13:39
joder, Pablo,… hasta las narices nos hermanan!!
No te hace falta entonces que te cuente más. Tú ya lo sabes.
Un abrazo fuerte, fraternal.
7 octubre, 2010 a las 13:45
Sí, y supongo que el picaflor también me dijo lo mismo que a ti. Ya sabes a lo que me refiero. ¡Shhhh!
Abrazos,
P
6 octubre, 2010 a las 21:53
Es de una sutileza extraordinaria llegar a ver que detrás de un colibrí hay una flor que vuela.
Decía Gil de Biedma que la sensibilidad del poeta se emparenta con la del niño. Y hay que volver al corazón de la infancia, o conservar plenamente su espíritu, para construir la belleza de una imagen desde una sencillez tan sugestiva.
Abrazos infantilizados y admirados,
Iván.
6 octubre, 2010 a las 21:57
Oye, ¡qué bien, Iván! Muchas gracias por tu comentario. Me encanta ser reconocido como un niño (lo soy y espero seguir siéndolo durante muchos años). Sutileza, sensibilidad… para apreciar todo eso hay que ser sutil y sensible. De modo que te devuelvo el cumplido.
Abrazos turolenses,
PABLO GONZ
6 octubre, 2010 a las 22:24
Hay tantas flores que quieren salir volando y desprenderse de la rama que las sujeta!!
Muy bonito.
Besicos muchos.
6 octubre, 2010 a las 22:33
Besicos también para ti, Nani. Muchas gracias por tus palabras.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
7 octubre, 2010 a las 0:05
Pablo, te felicito por estas dos entradas. Son muy buenas, con una calidad estética muy lograda.
Un abrazo
7 octubre, 2010 a las 13:01
Muchas gracias, Baizabal. Te agradezco el comentario. Seguimos adelante en esto.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
7 octubre, 2010 a las 2:16
Gran inspiración, el colibrí. Bella transformación, Pablo.
En el lugar donde veraneo cada año, Monte Hermoso, sobre el Atlántico, abundan los colibríes. En la casa hay muchas lantanas, arbustos con flores compuestas diminutas y multicolores y ellos se enamoran de esas plantas. Lo más gracioso que les he visto hacer es bañarse bajo la lluvia del aspersor(le decimos sapito, por aquí)del riego. Y en una oportunidad, vi un colibrí tomando el agua de riego que se había depositado en una mitad de almendra; un cuenco adecuado a su tamaño, verdad?
A veces es mejor acudir tarde a tu post, como hoy, así se disfruta doblemente: de lo tuyo y de los comentarios.
Muchos cariños.
7 octubre, 2010 a las 13:05
Mónica, muchas gracias por compartir estas anécdotas. Las encuentro muy inspiradoras. Por suerte comentan por acá muchas voces atinadas que crecen al lado de lo que uno humildemente publica.
Muchos cariños también para ti,
PABLO GONZ
7 octubre, 2010 a las 5:20
Colibrística y sublime comparación.
7 octubre, 2010 a las 13:06
Gracias, Carlos.
Abrazos colibrísticos (me gustó el término: lo emplearé),
PABLO GONZ
7 octubre, 2010 a las 11:28
No debías haber puesto la solución a la adivinanza!!!
Jeje, claro que, en ese caso, nos habríamos perdido la poesía (es que yo soy muy mala, nunca las adivino!)
7 octubre, 2010 a las 13:07
Es que sin la solución el haiku me quedaba cojo. 🙂
Abrazos, Virgina, y gracias por venir y repartir tus comentarios.
PABLO GONZ
7 octubre, 2010 a las 23:32
Todas las primaveras aparece cerca de la avelia el colibrí. Es casi parte del follaje del arbusto y podría confundirse con una de sus flores, si no fuera porque se niega a abandonar su viejo vicio de flotar.
7 octubre, 2010 a las 23:35
Malena, muchas gracias por tu comentario. Bienvenida por estos lares. Te sigo en «Yuyo del suburbio».
Un cordial saludo,
PABLO GONZ
10 octubre, 2010 a las 15:41
Una maravilla de la naturaleza y otra maravilla la de tu manos para captarlo en la esencia.
Cariños
11 octubre, 2010 a las 14:51
¡Neli! ¡Menudo piropo! Muchas gracias. Sigo al servicio de las maravillas de la naturaleza.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ