Pero Pablo, ¡cómo va a tener prisa si la lleva acuestas y pesa y si además se presenta una emergencia, le sirve de refugio!, así se va a donde se quiera, tiene toda la vida para hacerlo.
Me gustará de todas maneras saber que te responde cuando le preguntes.
Ya le pregunté, Nani. Pero me respondió con una palabreja incomprensible, algo parecido a «sfirmvojn». Ya estoy buscando traductores en los foros de ayuda. Cuando sepa algo, te cuento. 😉
Abracicos muchos,
PABLO GONZ
Uf, ¡qué paradoja tan disolvente! Sólo se me ocurre que el caracol busque a otro caracol en condiciones psíquicas similares, lo cual puede no ser tan difícil pues estos bichitos son hermafroditas incompletos.
Un abrazo baboso, Agustín, y gracias por dejar tu huella (brillante).
PABLO GONZ
Recibo tu abrazo pensativo, Tatiana, que emplearé como elemento de reflexión. Trabajo para esta tarde: responder a la pregunta ¿a quién cornea el caracol?
Abrazos transandinos,
PABLO GONZ
Hombre, tanto como una lección… Apenas es una suposición psicológica y bastante traída por los pelos, digamos, aunque no los pelos del caracol, claro. 🙂
Abrazos ¡nerviosos!,
PABLO GONZ
Y me pregunto ¿tendrá alguna vez prisa por alejarse de casa? ¿son las babosas caracoles con prisa por llegar a casa, o que tuvieron prisa por irse algún día?
Resuelves una cuestión y dejas muchas otras abiertas, Pablo. Las preguntas son importantes.
Un abrazo preguntón!
¿Babosa = caracol homeless? Menudo tema, Anita. Bueno, me lo tomaré como una pregunta retórica y aprovecho para mandarte una serie de…
Abrazos gasterópodos,
PABLO GONZ
Son lindos los caracoles. Aquí en Valdivia, una ciudad muy húmeda, los hay por millares. A veces pienso que me gustaría ser uno de ellos y marcharme a recorrer el mundo sin preocupaciones. Otras veces pienso que es mejor no tener nada, ni siquiera una casa pegada a la espalda.
Abrazos,
PABLO GONZ
Es curioso. Tengo uno en la ventana de la cocina bien gordo. Se pasea siempre que llueve y luego vuelve a desaparecer ¿Cómo ha podido llegar ese bicho a un cuarto piso en medio de Madrid?
No, no tengo ascensor. Descartado.
Ha tenido que ser por la escalera.
Sin prisa, claro.
Saludos a tu caracol, Víctor. Por si acaso quieres alimentarlo, les gustan las verduras, en especial la lechuga y la acelga.
Un fuerte abrazo y gracias por venir,
P
Me imagino cómo sería vivir con una casa a cuestas. Pero, ¿cómo sería vivir si nunca tuviéramos hambre? Argumento para un cuento.
Abrazos bicefálicos,
PABLO GONZ
Saludines desde España Pablo, quería agradecerte el paseín que te has dado por mi blog y de paso vengo hacerte una visita, por cierto que cosinas más bonitas escribes, prometo pasarme más amenudo por aquí y me alegra haberte descubierto, aunque me suena mucho alguna cosa que has hecho.
Pablo González Cuesta (Pablo Gonz) es un escritor español nacido en Sevilla (1968) y radicado en Valdivia (Chile) desde el año 2001. Hasta los tres años, vivió en Sao Paulo (Brasil) y a esa edad su familia se trasladó a Barcelona, donde permaneció hasta 1976. El siguiente destino fue Madrid, donde pasó la mayor parte de su infancia y su juventud, con frecuentes estancias en un pueblo de la Montaña Leonesa (Cofiñal) de donde procede su familia. Posteriormente, vivió durante casi un año (1991-1992) en Múnich (Alemania). En este mismo periodo se produjo su definitivo acercamiento a la literatura, siendo sus primeras referencias literarias Gabriel García Márquez, Eduardo Mendoza, León Tolstoy y Stefan Zweig. Tiene seis novelas publicadas: 1996: «La pasión de Octubre» (ed. Alba, Barcelona). 1997: «Experto en silencios» (ed. Bitzoc, Palma de Mallorca, España). 1998: «Los hijos de León Armendiaguirre» (ed. Planeta, Barcelona). 2008: «Libertad» (ed. Uqbar, Santiago de Chile). 2008: «Mío» (ed. Carisma, Badajoz, España). 2014: «Lavrenti y el soldado herido» (ed. 20:13, Valdivia, Chile). 2015: «Libertad» (ed. Fantasía, Madrid, España). «La saliva del tigre. Minificciones» es su único libro de microficción (2010).
12 octubre, 2010 a las 12:10
Quizás por eso, en general, no tiene prisa. La próxima vez que vea a uno, se lo preguntaré.
Buen día,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 12:15
Así es, eso tb le pasa a algunas personas, aunque sin techo.
12 octubre, 2010 a las 12:27
Muchas gracias por tu comentario, Daniel. Que tengas un buen día.
Abrazos,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 12:26
¿Será porque no encuentra nada agradable en su casa? ¿O porque la carga a cuesta?. Un saludo grande Neli 🙂
12 octubre, 2010 a las 12:29
Seguramente le pasa como a los nómadas, que consideran su casa aquellos lugares por los que transitan.
Un abrazo grande para ti,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 12:37
Se la lleva siempre consigo. Eso le da libertad para no tener prisa.
Abrazos
12 octubre, 2010 a las 13:12
¿Será la libertad lo mismo que no tener prisa?
Abrazos espirales,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 16:07
Poder elegir si tener prisa o ir con calma…
12 octubre, 2010 a las 16:58
Tú lo has dicho, Su. Me quito el sombrero.
12 octubre, 2010 a las 13:26
Pero Pablo, ¡cómo va a tener prisa si la lleva acuestas y pesa y si además se presenta una emergencia, le sirve de refugio!, así se va a donde se quiera, tiene toda la vida para hacerlo.
Me gustará de todas maneras saber que te responde cuando le preguntes.
Besicos muchos.
12 octubre, 2010 a las 13:32
Ya le pregunté, Nani. Pero me respondió con una palabreja incomprensible, algo parecido a «sfirmvojn». Ya estoy buscando traductores en los foros de ayuda. Cuando sepa algo, te cuento. 😉
Abracicos muchos,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 14:18
Es que vive en un camper.
12 octubre, 2010 a las 14:27
¿Cómodo, no?
Un fuerte abrazo, Carlos, y gracias por venir.
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 14:57
El caracol es una casa rodante y está de vacaciones todos los días, relajado y sin apuro. Abrazo
12 octubre, 2010 a las 16:59
Propongo la adopción del término «caracol» para significar «casa rodante», «roulotte», «camper», etc…
Un abrazo bucólico,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 15:32
Lo peor es ser caracol y tener alma de okupa.
Un abrazo lento y pausado.
12 octubre, 2010 a las 17:03
Uf, ¡qué paradoja tan disolvente! Sólo se me ocurre que el caracol busque a otro caracol en condiciones psíquicas similares, lo cual puede no ser tan difícil pues estos bichitos son hermafroditas incompletos.
Un abrazo baboso, Agustín, y gracias por dejar tu huella (brillante).
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 15:47
El caracol tiene la casa en su espalda y los cuernos en su cabeza. No está claro a quien él puede cornear…
Un abrazo pensativo
12 octubre, 2010 a las 17:05
Recibo tu abrazo pensativo, Tatiana, que emplearé como elemento de reflexión. Trabajo para esta tarde: responder a la pregunta ¿a quién cornea el caracol?
Abrazos transandinos,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 16:32
🙂 es que no tiene muñeca para llevar el reloj por lo que no le importa la hora. Saludillos con prisa
12 octubre, 2010 a las 17:08
Jajaja. Confirmado: «los caracoles no tienen muñeca». Parece el título de una novela posmo.
Abrazos dopplerianos,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 16:34
jajaja, bueno Pablo, creo que yo tampoco tengo prisa, como dice mi abuela:
«Todo a su tiempo»
¡Vaya lección en tan pocas líneas».
Un abrazo calmado
12 octubre, 2010 a las 17:11
Hombre, tanto como una lección… Apenas es una suposición psicológica y bastante traída por los pelos, digamos, aunque no los pelos del caracol, claro. 🙂
Abrazos ¡nerviosos!,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 17:28
sólo por esa frase, pablo, te seguiré siempre
12 octubre, 2010 a las 18:45
Me encanta tu cariño salvaje, Vittt. Guardo tu comentario en la lista de inolvidables.
Un abrazo eterno,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 18:38
Y me pregunto ¿tendrá alguna vez prisa por alejarse de casa? ¿son las babosas caracoles con prisa por llegar a casa, o que tuvieron prisa por irse algún día?
Resuelves una cuestión y dejas muchas otras abiertas, Pablo. Las preguntas son importantes.
Un abrazo preguntón!
12 octubre, 2010 a las 18:52
¿Babosa = caracol homeless? Menudo tema, Anita. Bueno, me lo tomaré como una pregunta retórica y aprovecho para mandarte una serie de…
Abrazos gasterópodos,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 19:58
Creo que por cansino baboso lleva su casa puesta y cualquier lugar que le agrade hace su siesta bien pegado.***
12 octubre, 2010 a las 20:21
Son lindos los caracoles. Aquí en Valdivia, una ciudad muy húmeda, los hay por millares. A veces pienso que me gustaría ser uno de ellos y marcharme a recorrer el mundo sin preocupaciones. Otras veces pienso que es mejor no tener nada, ni siquiera una casa pegada a la espalda.
Abrazos,
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 20:05
Nos dijeron un día que el caracol tenía la casa a cuestas y nos lo creímos. Porqué, ¿Qué hay más natural que tener una casa?
Un abrazo.
12 octubre, 2010 a las 20:23
Alimento y refugio, las dos necesidades más básicas.
Un abrazo fuerte, Tor, y gracias por venir.
PABLO GONZ
12 octubre, 2010 a las 21:22
Es curioso. Tengo uno en la ventana de la cocina bien gordo. Se pasea siempre que llueve y luego vuelve a desaparecer ¿Cómo ha podido llegar ese bicho a un cuarto piso en medio de Madrid?
No, no tengo ascensor. Descartado.
Ha tenido que ser por la escalera.
Sin prisa, claro.
13 octubre, 2010 a las 12:03
Saludos a tu caracol, Víctor. Por si acaso quieres alimentarlo, les gustan las verduras, en especial la lechuga y la acelga.
Un fuerte abrazo y gracias por venir,
P
19 octubre, 2010 a las 21:49
Y los pensamientos, botánicamente hablando, porque muy reflexivo no debe ser por la pinta, el muy capullo.
20 octubre, 2010 a las 11:54
Para que no te invadan las macetas, les puedes poner una orilla de ceniza. Eso, además, les viene bien a las plantas.
Abrazos botánicos,
P
13 octubre, 2010 a las 7:34
Será porque vaya donde vaya se encuentra como en casa…
13 octubre, 2010 a las 12:05
Me imagino cómo sería vivir con una casa a cuestas. Pero, ¿cómo sería vivir si nunca tuviéramos hambre? Argumento para un cuento.
Abrazos bicefálicos,
PABLO GONZ
13 octubre, 2010 a las 17:25
Moi non plus et j’ai «perdu» l’adresse !
C’est grand l’infini !
un fuerte abrazo!
Christian
13 octubre, 2010 a las 17:29
Gracias por tu comentario, Christian.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
14 octubre, 2010 a las 2:57
No es necesario, la lleva en el.
Abrazo.
14 octubre, 2010 a las 11:39
Sólo tienen que ponerse tímidos para regresar a casa.
Un fuerte abrazo, Rosio.
PABLO GONZ
15 octubre, 2010 a las 9:15
Saludines desde España Pablo, quería agradecerte el paseín que te has dado por mi blog y de paso vengo hacerte una visita, por cierto que cosinas más bonitas escribes, prometo pasarme más amenudo por aquí y me alegra haberte descubierto, aunque me suena mucho alguna cosa que has hecho.
¡¡Maldita memoria de pez!! un abrazote, Irma.-
15 octubre, 2010 a las 12:08
Gracias por caer por aquí, Irma. Eres bienvenida. Yo te visitaré en «La utopía…»
Un abrazote también para ti,
PABLO GONZ