LA SALIVA DEL TIGRE/23
4 noviembre, 2010
HACIA ADENTRO
Huyendo del ruido de la gran ciudad, aquel hombre se instaló en un bosque. Y le fue bien hasta que se hartó del maullido de su gata. La regaló a unos amigos. Pronto empezó a molestarle también el sonido de las ramas de los árboles. Los podó. Y el viento sur en las ventanas. Las cegó. Con el aislamiento del tejado logró evitar el repiqueteo de la lluvia en las planchas de zinc. Pero de noche aún lograba percibir el ulular apagado del bosque, los tenues crujidos de las paredes y las raudas carreras de las arañas. Por eso tomó una determinación drástica: calentó un crochet al rojo y se perforó los tímpanos. El silencio fue perfecto durante algunas semanas. Más tarde comenzó a oír las voces.
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:13
Yo empecé con un jueves de locos, a ver si no lo termino oyendo voces como este pobre.
Besazos,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:22
Esas voces ya no sé si las podría silenciar, o sí…
Quizás sea él el que acabara hablando como un loco o dando voces en las cabezas de otras personas.
Abrazos con sonido
4 noviembre, 2010 a las 12:59
Yo creo que ese pobre hombre ya está perdido, Su. Sin la escapatoria de escuchar lo externo, está condenado a las voces interiores que seguramente no le van a susurrar nada muy armónico.
Abrazos desafinados,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:22
Pablo!!! Esto es lo mío!! jajaja
te diré que es perfecta esa visión trepanadora de los tímpanos…a menudo el sonido no llega por el caracol, moviéndo el martillo y transmitiendo las ondas al tímpano, no! a menudo el sonido nos viene de dentro….y ese sonido, esas voces, esos susurros….sólo los calla el ruido…
un placer, de verdad!!! tienes que leer mi tienda de los sueños, no es el último post, es el anterior, espero que te guste tanto como a mi este!!
Un abarazo!!
4 noviembre, 2010 a las 13:00
Muchas gracias, Sucede. Luego me paso por tu blog a leer tu «Tienda de los sueños».
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:23
Qué bueno, Pablo. La verdad es que a veces las voces interiores son peores que las exteriores, ¿no crees?
4 noviembre, 2010 a las 13:03
No tengo una opinión formada, Woody. Hoy, por ejemplo, a mí, todas las voces me parecen amenazantes. Mañana, supongo, será mejor.
Gracias por venir, un abrazo.
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:34
No sé si conoces lo que se llaman «acufenos», hay gente que se suicida por su ruido interior, que no hay forma de pararlo, y no son voces, sino ruido puro y duro, pero solo lo oye quien lo padece ¿será una frecuencia exterior? quizá sí existe el sonido…
El remedio es ponerse un radiocasette con un ruido aún peor, para acostumbrase al propio. Y lo que no sé, pero supongo que es muy posible, es que si te trepanas los tímpanos, sigas escuchándolo.
Tremendo micro, Pablo!
Abrazos
4 noviembre, 2010 a las 13:06
Había escuchado hablar de los acúfenos. Creo que son como unos pitidos que de repente llegan y de repente se van. Mucha gente los ha padecido momentáneamente pero lo grave es cuando se convierten en algo crónico. No sabía que podían inducir al suicidio.
Un fuerte abrazo, Ana, y gracias por tu comentario.
PABLO GONZ
PD.: Aparte quiero decir que este micro será publicado (gracias a la coordinación de Ana) en el fanzine Ruido de la isla de La Palma.
4 noviembre, 2010 a las 13:20
Ya envié el archivo con todos los relatos y me dijeron que todo ok!
Primera incursión de la menda lerenda en el mundillo editorial (no jurídico)
Pablo padece acúfenos, duermo con un ojo abierto 😦
4 noviembre, 2010 a las 13:25
Genial lo del fanzine y qué lástima por Pablo. Supongo que eso tiene tratamiento y si no, espero que no sean demasiado graves.
Más abrazos, PG.
4 noviembre, 2010 a las 12:36
Aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh!!!! se me ha escuchado? Perdón creí que lo hacía hacia dentro :-). Me ha gustado, incluso creo que se me quedó un poco corto. Yo hubiese alargado su agonía eliminando ruidos. Saludillos interiores
4 noviembre, 2010 a las 13:08
Te escucho perfectamente, Puck. Y me encanta tu grito: es síntoma de que el texto llegó a afectarte, lo cual es un buen principio.
Abrazos envolventes,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:36
Buenísimo Pablo, supongo que escucharía las voces de la conciencia. Bastante fastidioso el hombre, mirá que no querer escuchar lo hermoso que nos brinda la naturaleza. Un abrazo a todos, Neli ☼
4 noviembre, 2010 a las 13:09
El pobre seguramente estaba rayándose poco a poco. Y cuando creyó poder escapar, se encontró con su terrible interior.
Abrazos totales, Neli, y gracias por venir.
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:38
Muy bueno Pablo.
Quizá siempre oía las voces y lo que ocurría es que se solapaban con los ruidos molestos.
Un abrazo.
4 noviembre, 2010 a las 13:10
Puede ser, naturalmente. Las opciones previas y futuras las dejo al gusto del lector.
Abrazos agradecidos,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 12:53
Guau de terror, no hay manera de acallar los fantasmas y demonios interiores, ni siquiera en la más absoluta paz de la naturaleza, abrazos temblorosos Pablo! Cuidado con las arañas!
4 noviembre, 2010 a las 13:13
Y tanto que tengo cuidado. Hace unos días me picó una araña en un brazo y me salió un sarpullido la mar de curioso por todo el cuerpo (se me salvaron las piernas y la cara, no sé por qué).En fin, ya pasó. Que gracias por tu lectura, Silvia, y recibe…
un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 13:05
¡Qué angustia!
Puedo entender esa necesidad de silencio. Y según vamos eliminando ruidos, otros sonidos antes imperceptibles se vuelven insoportables.
Y todo porque el silencio absoluto no existe. Sólo, supongo, cuando nos apagamos completamente. Y me temo que entonces no podremos disfrutarlo…
Muy buen texto
Besos
4 noviembre, 2010 a las 13:14
Gracias, Alís, por tus interesantes reflexiones. Dan para seguir pensando.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 13:28
Fá! Me impresionó lo de los tímpanos. Drástico. Terrible. Ya después de eso no queda otra que empezar a escuchar las voces.
Muy buen micro,Pablo.
Abrazos aracnofóbicos.
4 noviembre, 2010 a las 13:35
Gracias por tu comentario, Mónica. Si algo de este micro te impresionó, yo siento mi misión cumplida.
Abrazos aracnocomprensivos,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 14:04
Muy bello, de lo mejorcito que he leído esta semana.
El final es la mejor manera de haberlo cerrado.
Enhorabuena.
4 noviembre, 2010 a las 14:21
Daniel, sé que tu opinión es siempre muy crítica, de modo que te agradezco mucho tus palabras. También la inclusión de este blog en los top ten del Diario Digital Siglo XXI.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 14:53
Voy a quedarme mucho rato pensando en por qué va el hombre al bosque.
Abrazo pensativo
G.
4 noviembre, 2010 a las 15:26
Te acompaño en el pensamiento, Gabriel.
Abrazos excéntricos,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 14:56
Es un caso grave. Parece que en el bosque ese hombre disponía de tiempo libre en exceso que también es malo para la psique.
Un abrazo inquieto.
4 noviembre, 2010 a las 15:27
Simplemente se estaba volviendo loquito. Quizás era escritor 😉
Abrazos reflejos, Tatiana, y gracias por venir.
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 14:57
Muy bueno Pablo, me ha gustado muchísimo esa lucha por el aislamiento, llevada hasta el extremo. A este pobre le veo dándose una solución drástica a sí mismo, que es lo único que le queda. Espero que antes acuda alguna mano amiga que lo salve, aunque hay algunos de estos, de los inflexibles, de los que todo está mal, de los erradicadores de mundos y mentes, que no saben cómo dejar ayudarse. Espero que no sea el cso de tu prota.
Un fuerte abrazo.
4 noviembre, 2010 a las 15:29
En efecto, Maite. Lo peor que puede hacer un loquito es acercarse a un fatalista. Le sugeriré a Andrés (así se llama este tipo) que busque un médico comprensivo, pero no sé por qué pero me parece que no me va a escuchar. 😉
Abrazos fuertes y gracias por venir, Maite.
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 15:19
Pavoroso, Pablo. Siempre me ha parecido un tema terrible el de la propia locura. No sueles darme miedo, pero también sabes darlo.
Un abrazo.
4 noviembre, 2010 a las 15:31
Pues muy honrado por ello, Jesus, aunque sólo sea por la cantidad de miedo que tú me has dado a mí.
Abrazos tipo bú,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 15:52
Vaya zarpazo! Qué golpe tan bien dado!
Coincido con Jesús, pavoroso.
Un abrazo.
David.
4 noviembre, 2010 a las 15:54
Muchísimas gracias, David. Estoy arrastrándome por este día más o menos absurdamente y tus palabras me llenan de ánimo. Me parece que esta noche afilaré las uñas y saldré a cazar un rato.
Abrazos desgarradores,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 15:56
Estimado Pablo.
A mi también cómo a tu personaje me fascina el silencio. A pesar del silencio a veces es imposible dejar de escuchar mis pensamientos, para desahogar mis delirios me pongo a escribir.
Vaya delirio. Estoy loco, pero me agrada serlo.
Un abrazo.
4 noviembre, 2010 a las 17:43
No creo que la locura pueda ser algo agradable, Daniel. Por lo mismo prefiero pensar que no estás loco. Alta sensibilidad que te lleva a escribir para no colapsar: eso nos pasa a todos los que nos dedicamos a escribir o al arte en general.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 16:20
Y es que es casi imposible escapar de los ruidos, estamos abocados a intentar convivir con ellos.
Saludos.
4 noviembre, 2010 a las 17:47
A la mayor parte de los sonidos causados por los humanos en su actividad habitual los llamamos ruidos porque son desagradables. A la Humanidad le irá mejor cuando produzca sonidos en lugar de ruidos. Eso nos indicará que su actividad vuelve a ser coherente con el planeta.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 16:33
La falta de aceptación al entorno puede llevar a la locura.Ciertamente un tipo friki,pues una vez que se sale de la gran ciudad se reciben otras compensaciones de paz, y las que sean pertinentes a encontrar el infierno en el paraíso,son un pendiente personal a procesar.
4 noviembre, 2010 a las 17:53
Para mí la locura es una de las manifestaciones extremas del desacuerdo del hombre consigo mismo. En mi forma de ver el mundo, el hombre puede ser considerado como un Yo y un Mí, un ser con funciones racionales y sensuales que son ineludibles. El desesquilibrio entre Yo y Mí se debe al crecimiento desmesurado de uno de ellos. Si el Yo crece tanto como para dominar todo el espacio de la persona, se desdobla dando lugar a la esquizofrenia. Si crece desmesuradamenre el Mí, se produce el cáncer (por desdoblamiento de las funciones corporales). Así se explicaría, por ejemplo, la casi nula incidencia del cáncer entre la población mentalmente insana.
Un fuerte abrazo y gracias por tu comentario.
PABLO GONZ
5 noviembre, 2010 a las 14:35
Yo tengo una teoría acerca de la locura muy personal y sin ningún tipo de asidero científico: la locura es un estado normal en el hombre; lo que falla son los «filtros».
Todos, potencialmente, escucharíamos voces internas; solo que la gran mayoría las bloquea. Así que la locura sería una grieta en ese bloqueo, por la que se filtra una especie de «realidad excesiva».
El motivo que genera ese quiebre podría ser un desequilibrio químico cerebral, como le encanta pensar a los laboratorios farmacéuticos, pero a mi me cierra mucho más la idea de un desequilibrio interno generado – conciente o inconcientemente – por quien lo padece. Y, por supuesto, la mayoría de estas personas tienen una fuerte actividad cerebral, pero fallan en lo social o en el área de sentimientos.
Al contrario, las personas que tienden a somatizar, son extremadamente sensibles y sociales.
Así que tu teoría me parece sumamente acertada.
Pero no le des mucha bolilla a mis elucubraciones. Solo son delirios de cuerda (o casi).
5 noviembre, 2010 a las 15:00
Yo creo que las personas son como planetas: magmáticos por dentro y sólidos por fuera. La locura sería una inversión de ese orden. Muy interesante tu comentario, Malena. Volveré a él con más calma para reflexionar como se merece. También quiero leer sobre la locura. Es un tema que me vuelve loco, 😉
Abrazos fuertes y muchas gracias,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 17:44
Impecable relato que evidencia que los humanos, aún a nuestro pesar, somos seres sociables. Con gran maestría nos adentras en una historia sobre el deseo de tranquilidad y paz, llevado al extremo de la locura.
Abrazos.
4 noviembre, 2010 a las 17:55
Muchas gracias por tu comentario, Lola. En efecto, los seres humanos somos sociales (de un modo ineludible) y la convivencia muchas veces nos causa pesar. Otro asunto sería evaluar nuestra aversión desmesurada hacia el sufrimiento.
Abrazos fuertes y gracias por tu comentario,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 17:58
Me gustó tu relato Pablo, y también me dio un poco de miedo. El silencio absoluto puede hacerte perder la noción de la realidad.
A mí me gusta el silencio, pero cuando es mucho, me duelen los oídos.
Abrazo,
4 noviembre, 2010 a las 18:02
A mí me pasa con el silencio como con la soledad: cuando los necesito, me son imprescindibles; y cuando me sobran, me apestan. Hay necesidades extremas en juego, sin duda. ¡Qué rico estar tan vivo!
Abrazos sintonizados,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 18:29
Me gustó el final mucho. El título no tanto. Pero buen micro, Pablo.
Un abrazo.
4 noviembre, 2010 a las 18:38
Muchas gracias, Víctor. Te voy a pedir que seas un poco más generoso aún para que yo pueda seguir aprendiendo: ¿qué tiene el título?
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 19:01
Tiene mucha miga este micro, me gustó mucho. Me he imaginado al protagonista cantando al anochecer, en medio del bosque, la famosa vaqueirada lacianiega:
Ay, qué noche tan serena
que no tiene movimiento.
¡Quién pudiera tener
tan sereno el pensamiento!
Abrazos musicales, Pablo.
4 noviembre, 2010 a las 19:04
Me arrancas la sonrisa, Alberto. Claro que si veo a este pobre hombre tarareando la cancioncilla con la boca más o menos pegada por la espuma y los ojos entrecerrados y algo bizcos se me arruga la sonrisa de un viaje.
Abrazos musicales también para ti y cuidado con resbalar en el hielo, 🙂
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 20:10
Es muy bueno el micro, muy profundo.
Chapeau!
4 noviembre, 2010 a las 20:15
Muchísimas gracias, Rosana, de todo corazón.
Abrazos hondos,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 20:25
Me parece una auténtica obra maestra.
4 noviembre, 2010 a las 20:37
Hombre, Cybr, muchísimas gracias. Me honras con tu comentario tan contundente.
Te mando un abrazo de todo corazón,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 21:57
Los terrible de esta historia es que bien puede ser real. ¿Sabías que el 70% de los pacientes con esquizofrenia escuchan voces interiores?
5 noviembre, 2010 a las 11:58
No sabía la cifra exacta pero sí que era uno de los síntomas típicos. En las películas y novelas siempre se dibujan a esas voces como malas o inductoras del crimen, etc. No creo que sea así pero no sé cómo es.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
PD.: ¿Qué me podrías decir al respecto de mi respuesta al comentario número 20?
4 noviembre, 2010 a las 22:09
Supongo que la solución para este emigrante es el retorno, aunque el que vuelva no sea el mismo. Como tantos.
Son peores las voces internas… ¿no las oyes?
Supongo que la realidad supere a la ficción, aunque todavía no sé quién alimenta a quién.
Me gusta este relato, y me inquieta… ¿seguro que no las oyes?
Un abrazo
5 noviembre, 2010 a las 12:03
Si me tomo este relato como un aviso del futuro, sin duda que me vuelvo a España, sea el mismo o sea otro. En cuanto a las voces, no las oigo pero sí las imagino: por ejemplo las primeras frases de mis cuentos son, casi siempre, frases que aparecen en mi imaginación de forma espontánea (o sea que yo no las elaboro conscientemente).
Abrazos fuertes y gracias por tu comentario,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2010 a las 22:38
De las voces internas nadie escapa. Un paulatino descenso al más absoluto silencio, solo para encontrarse a si mismo. Excelente micro. Pablo. saludos
5 noviembre, 2010 a las 12:06
Gracias por tu visita, José. Y bienvenido. Con permiso, seguiré amarrando mi barca en tu «Atracadero».
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
5 noviembre, 2010 a las 9:56
El absurdo descenso voluntario hacia la paz absoluta. Cuántas veces desearíamos poder sofocar esos molestos ruidos externos que tanto nos irritan cuando, como sugiere el título, vivimos volcados hacia dentro. En dichas ocasiones la acción opuesta puede hacer surgir, de forma inmediata, el efecto deseado: al escucharlos, los ruidos dejan de serlo.
Entre el infierno son los otros, y el infierno somos nosotros, el equilibrio puede encontrarse en el término medio.
Un abrazo.
5 noviembre, 2010 a las 12:08
Muy interesantes tus reflexiones, Odys. No sé si en el término medio está la virtud pero sin duda es el punto de partida más cercano a ella.
Abrazos fuertes y gracias por venir,
PABLO GONZ
5 noviembre, 2010 a las 14:40
Me gustó mucho este cuento, me parecio muy bien logrado. Ya sabés, desde mi ignorancia.
5 noviembre, 2010 a las 15:01
Muchas gracias, Juan, desde la mía.
Abrazos fuertes y buen fin de semana,
PABLO GONZ
6 noviembre, 2010 a las 8:00
Solo le quedaba volverse aún más loco, que su espíritu gritara hasta opacar la voces.
Saludos, Pablo.
6 noviembre, 2010 a las 14:21
¿Y después de eso? El abismo.
Aún más abrazos,
PABLO GONZ
6 noviembre, 2010 a las 11:18
brillante
6 noviembre, 2010 a las 14:22
Gracias, Vittt.
Abrazos directos,
PABLO GONZ
6 noviembre, 2010 a las 13:42
Qué bueno! REalmente impacta
6 noviembre, 2010 a las 14:23
Gracias, Pablo, por venir y por dejar tus palabras.
Te mando un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
7 noviembre, 2010 a las 17:53
Impresionante!!!
Me ha dejado sin aliento Pablo, de lo mejor que te he leido!!!
Un abrazo
7 noviembre, 2010 a las 20:19
Muchas gracias, Stewart. Tus palabras me animan a seguir escribiendo.
Un fuerte abrazo y gracias por venir,
PABLO GONZ
7 noviembre, 2010 a las 18:44
Hacía rato no leía un cuento tan interesante… Gracias por aparecer en mi blog y hacer posible que me deleitara con tus letras!
7 noviembre, 2010 a las 20:22
Gracias a ti, Quimera, por devolver la visita y dejarme un comentario tan cariñoso. Te sigo leyendo con gran interés en «Un discreto solaz citadino».
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
7 noviembre, 2010 a las 21:32
Malditas voces. De todas formas, he tomado la decisión de no taladrarme los tímpanos, sino de cortarles la lengua (de esta forma podré escuchar atentamente todo lo que silencian).
Un enorme placer leerte Pablo.
8 noviembre, 2010 a las 11:41
Estimado Josep:
Muchas gracias por tu visita y por tus palabras. Corregí el enlace que dejaste para que los lectores de estos comentarios puedan deleitarse visitando «La cua del diable».
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
12 noviembre, 2010 a las 17:08
en este momento estoy al lado de mi casa debajo de unos arboles grandes y esta despejado y con brisa. estoy escuchando una sinfonía de hojas sin igual, mientras un perrito de 2 semanas me muerde los dedos de los pies. las arañas de mi casa me hecharon pa’ fuera. aqui las arañas no solamente corren y hablan, sino que tienen todo un mall. igual admiro sus tejidos.
todo bien mientras no me escuche solo a mi mismo, no?
un abrazo
12 noviembre, 2010 a las 17:14
Pablo, llevas una vida absolutamente literaria. «mientras un perrito de dos semanas me muerde los dedos de los pies». Eso me asombra. Sigue escuchando las hojas, amigo mío.
Abrazos recios,
P