09:05 de la mañana, HL de Chile. Tenemos un sol perfecto y el alma en consonancia con el astro.
¡A trabajar!
Abrazos piedecañónidos,
PABLO GOOOOOOOOONZ
Sí acá en la patagonia argentina también está el astro rey reinando con todo. En cuanto a la educación pienso que esta vida misma es una escuela y a cada día se aprende algo nuevo. El maestro no es absolutamente maestro, en el intercambio hay un profundo aprendizaje. Abrazo Pablo!
En efecto, Silvia, como te decía por facebook. El término enseñanza (o intercambio) engloba a los anteriores: instrucción y educación. Supongo que la enseñanza orgánica es la que logra asentarse sobre el equilibrio de ambos extremos.
Abrazos pedagógicos,
PABLO GONZ
Esto me suena a un pasaje de un libro que leí… y también tiene mucho que ver con la opinión de D. Luis Cobiella Cuevas, persona ilustre de Sta. Cruz de La Palma, químico, profesor, poeta, músico y unas cuantas cosas más, no sé en qué orden. En su etapa de profesor seguía este método que apuntas y fue muy criticado por ello, pero estoy segura de que sus alumnos aprendieron los que más.
Luego le digo a Pablo que venga, él siempre recuerda las palabras de Luis.
Un abrazo desde lo alto de la torre 🙂
Me parece, Ana, que en tu comentario das por hecho que yo abogo por alguno de estos dos sistemas de enseñanza. Y aunque es verdad que prefiero la educación sobre la instrucción también comprendo que esta última es necesaria (quizás imprescindible en ciertas dosis). En principio es preferible que un niño logre un desarrollo acorde con su naturaleza (suponiendo que su naturaleza sea sana) pero también es cierto que la sociedad (afectada por la Historia) exige de nosotros ciertas habilidades que raramente surgen espontáneamente. Equilibrio, por tanto: educación en el día a día, instrucción cuando no quede más remedio.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Y gracias por entregar el nombre de Luis Cobiella.
Uy, perdón si interpreté mal. Pero… si alguien no quiere aprender no hay manera de enseñarle, no?
Quería decir que Luis Cobiella tiraba más por la educación que por la instrucción, y por no enseñar a quien no quiere aprender.
Otro abrazo
Pues no tengo nada más que decir, porque es así de simple y certero tu apunte de hoy, podría ser considerado un axioma.
Un abrazo en pleno proceso de aprendizaje.
He tratado, Maite, de que fue el reflejo sobre el plano educativo de lo que yo llamo El arquetipo: esa idea de pulsión, inspiración/expiración, que me parece reconocer en todo lo que forma este mundo en que vivimos. La frontera entre alumno y maestro se mueve de uno a otro y viceversa (palpita) y en ese ir y venir se van dando forma a las personalidades de ambos. Intercambio, como decía antes Silvia.
Abrazos fuertes y gracias por venir,
PABLO GONZ
Cae como anillo al dedo. Justamente hoy y mañana hay paro de docentes en las escuelas secundarias. Lamentablemente, el año próximo los chicos que egresen este año, van a tener que enfrentarse a la Universidad sin tener la base suficiente.Te hablo de matemáticas, ciencias etc.La educación también se acompaña desde la casa.Soy de las que piensan que por más que un maestro se esmere, si no educás a tu hijo en la parte humana en tu hogar , no se hace el complemento necesario.Pero hay muchas personas que piesan que la educación de su hijo se basa solamente en mandarlo a la escuela.Pienso que con cada actitud frente a ellos , cada palabra que le puedas brindar de ayuda( hablando de la vida)también es educar.Hoy me extendí demasiado, disculpame. Un abrazo Neli 🙂
Estoy plenamente de acuerdo contigo, Neli. Creo que la función pedagógica de los padres es esencial: no sólo en la transmisión de habilidades llamémosle técnicas sino también de esa habilidad tan inasible a la que llamamos «saber vivir». Estar con los hijos, comportarse de acuerdo con lo que se piensa, servirles de ejemplo… todo eso es apreciado por el niño ya que llena su corazón.
Abrazos muy fuertes para ti y gracias por tu comentario,
PABLO GONZ
Critico un sistema basado puramente en la instrucción, que no atienda a las necesidades particulares de los niños, con la misma fuerza con que criticaría a un sistema basado en la única satisfacción de esas necesidades sin atender a las demandas razonables de la comunidad. Veo una mano con sus dedos: la solución a la congruencia de los intereses generales y los particulares.
Abrazos fuertes, Agustín, y gracias por venir.
PABLO GONZ
No estoy de acuerdo, Elisa. Creo que ese es un modo refinado de la instrucción. Educar es vivir al lado de una persona y responder a sus preguntas. Si no hay preguntas, seguir esperando hasta que las haya.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Por España, más concretamente «Andalucía» el sol escondido entre nubes y llueve (se nos acerca el invierno y ya cuando hace sol, veo desde mi casa Sierra Nevada toda blanca) y los niños como están mal educados no responden ni escuchan al maestro y el maestro, tiene depresión de tanta falta de respeto.
Nani, me gusta lo que dices, justo detrás de Agus, porque nadie se suele poner en nuestro lugar y con frecuencia se nos pide a los profes mucho más de lo que podemos hacer. ¡Que no somos superhéroes!
Los profesores no son superhéroes ni deben serlo. El sistema falla en su conjunto porque las exigencias del sistema son superiores a las capacidades de quienes lo forman: padres, profesores y alumnos. Es natural que unos se echen las culpas a otros pero la solución pasa por tomar una decisión política respecto a la finalidad del sistema educativo en acuerdo con las necesidades sociales. Mientras no se relajen estas exigencias, no se relajará la vida en las escuelas.
Elisa, bien sé que no sois superhéroes, sino personas que os gusta hacer de los niños personas cultas y responsables, pero hoy en día somos los padres principalmente quienes no os dejamos ejercer vuestra profesión. Y me ha gustado ponerme en vuestro lugar, antes porque mis hijos eran pequeños y os debo parte de su educación y ahora, porque son ellos los que enseñan a otros niños.
Saludos.
Las personas respetan instintivamente todo aquello que les beneficia. Y a los maestros españoles les falta mucho para poder desarrollar su trabajo de un modo orgánico. Los defectos de la enseñanza no provienen de las terribles condiciones que deben soportar los maestros ni de las faltas de respeto de los chicos (verdaderas denuncias espontáneas de los fallos del sistema) sino de una toma de decisiones políticas que defina la enseñanza de un modo elástico, no como una exigencia del sistema económico imperante. En resumen: los profesores están obligados a fabricar piezas y los materiales se resisten.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Tengo que decir desde la experiencia que esa afirmación es muy matizable. Para preguntar, primero hay que tener algo sobre lo que edificar. Todos los años me pasa lo mismo: al empezar el curso los alumnos no preguntan nada y tengo que ser yo el que empiece a meterles cosas en la mocha; cuando el curso avanza, ellos solos empiezan a preguntar y a interesarse. Pero que, al fin y al cabo, es un círculo que se une por sus extremos, un feedback. Para preguntar hay que saber algo que produzca curiosidad y eso nadie nace con ello.
Abrazos entarimados.
Yo creo en la curiosidad natural del ser humano, Alberto. Lo que pasa es que la curiosidad de un niño no pasa necesariamente por los contenidos que se exponen en los libros de texto. ¿Hay algo más entusiasmado que un chaval que destripa algo para ver qué tiene dentro? Si nos empeñamos en imponerles contenido a los niños, seguimos instruyéndolos (únicamente). Si los escuchamos para saber qué les interesa, podemos responder a sus necesidades y ellos, luego, por un sentido de equilibrio innato, nos escucharán a nosotros. Diálogo verdadero, sin falsedad y sin abuso de posición. Haz la prueba en una de tus clases: pregúntales a los chicos ¿qué os interesa? ¿qué os gusta? Verás que al principio hay resistencia pero que luego hablan y hablan y hablan.
Abrazos desde la platea,
PABLO GONZ
No, si estoy de acuerdo contigo, Pablo. Lo que quiero decir es que creo que la curiosidad hay que encauzarla hacia los parámetros que se utilizan socialmente para organizar el conocimiento. Y ahí, nos guste o no, tenemos que echar mano de la «violencia» o de la «fuerza» para llevar las cosas a su camino. Es como las ramas de un árbol que crecen con su propia fuerza vital. Si queremos tener un jardín y no una selva las tenemos que ir podando, dirigiendo… Por eso hablo de dos partes implicadas en el proceso.
Mi impresión es que el primer impulso tras una época donde prevalecía esa instrucción se pasó a una idea feliz de que los niños querían aprender por su propia voluntad y solo había que ponerles los medios a su alcance. Creo que el punto está en el medio.
Me apunto tu comentario, Adivín, que sé que viene de alguien que ha dedicado muchísimos años a la enseñanza. Gracias por el aporte a esta conversación.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Pablo muy buena la reflexión. Y como Ana me ha invitado a que hable de Luis Cobiella, un sabio al que quiero muchísimo y con el que comparto muchas cosas escribió un día:
«Enseñante no es quien sabe, sino quien ayuda a saber. Ni quien transmite datos sino quien induce a discernirlos y utilizarlos. Enseñante es el que añade cambio personal al enseñado; mas no sólo el cambio del saber al no saber, de la zafiedad a la destreza, sino e hondísimo, previo y decisivo cambio del no querer saber al necesitar saber, del no querer comunicarse al necesitar comunicarse, de la abdicación al interés, de la indolencia a la aventura, de la isla en soledad a la convivencia; será ése el cambio que deja la señal de haber sido in-signato, enseñado».
Yo también me acordé estimado Pablo, de un pasaje de un libro en el que Anto y Miguelito hablan de algo parecido.
Muchas gracias, Pablo, por transcribir este texto de Cobiella para que todos podamos leerlo. Dice tantas cosas que hay que leerlo con microscopio y bisturí.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Ah y se me olvidó una cosa que intentó Luis Cobiella también y que casi le costo su puesto de profesor. El era partidario de suprimir los exámenes. El decía que si un alumno se sabía las lecciones no necesitaba un examen para demostrarlo. En cambio si había que detenerse en ayudarlo a comprender lo que aún no sabía o no entendía. Esto suponía un gran ejercicio de sinceridad y confianza alumno-profesor, y eso es dificil.
Es buena la reflexión, pero creo que para el tema se queda bastante corta. Con preguntas y respuestas no se debe definir la educación, los «maestros» deberían enseñar a «pensar», no transmitir conocimiento, deberían ser guías en el proceso de aprendizaje, entendiendo que nadie es poseedor de la verdad absoluta. El gran problema de la educación es que raras veces encontramos en los sistemas educativos maestros así.
Bueno, creo que este tema amerita una conversación extensa.
A ver si un día te pasas por Barcelona y la podemos tener.
Un abrazo muy grande.
David.
Te recomiendo un texto fantástico del filósofo colombiano Estanislao Zuleta, «Educación y Democracia» te dejo un enlace donde lo puedes leer, te tienes que registrar, pero es un proceso bastante rápido. http://grupos.emagister.com/ficheros/dspflashview?idFichero=415056
Otro abrazo.
Encantado, David. Cuando vaya por allá, organizaremos una microrreunión para conocernos y charlar cara a cara.
Abrazos fuertes y gracias por tu comentario,
PABLO GONZ
Preguntas y respuestas son la clave de la instrucción y de la educación, y ambas deberían serlo del sistema educativo que a veces se limita al sermón y la memorización. Saludillos educativos
Es verdad, Puck. Muchas veces sólo hay respuestas (datos) y muy pocas veces las preguntas que nos permiten ver el lado oculto de las cosas.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Hola Pablo, En mis conceptos de educación e instrucción tu frase tendría que ser diferente, esencialmente, al revés. “Cuando el maestro pregunta y el discípulo responde hay educación, cuando el discípulo pregunta y el maestro responde hay instrucción”. Porqué?. La educación, en mi concepto desde luego, con la base de mi información y experiencia, corresponde a guiar y desarrollar una mente basado en su propia capacidad. Así fue el método socrático, en el que Sócrates preguntaba y en base a sus propias respuestas los discípulos obtenían las respuestas. La instrucción es un traspaso de información, lo que actualmente, dada las múltiples posibilidades de Internet, puede ser auto instrucción, o a la antigua, el discípulo pregunta y el maestro responde. -¿Cuántas patas tiene el gato profesor?, -Cuatro, hijo mío, la quinta que ves es la cola. -Gracias profesor, usted es sabio.
Un par de ejemplos… modestamente. Un estudiante de magíster del cual fui su profesor, cuando hacíamos un brindis por su titulación dijo “El Dr.Gatica me enseñó muy pocas cosas, pero aprendí mucho con el Dr.Gatica”. Porqué?. Porque yo preguntaba y el tenía que forzar su mente y estudiar (instruirse) para lograr la respuesta. Otros estudiantes han reclamado por ese método, porque les significa más trabajo, es más fácil sólo recibir la respuesta, ser instruidos por el profesor en ese conocimiento. Al final comprenden y agradecen. Mis nietas ya lo han entendido, al inicio de nuestras conversaciones hace unos años me preguntaron, -Tata, porque cuando te pregunto me contestas con una pregunta?. Y ahí aprendieron que la respuesta puede salir de ellas mismas usando su razonamiento. Sin duda hay veces en que les falta información, pero con una pequeña ayuda logran la respuesta.
Pienso que este método tiene diversos beneficios, y que eso es educar, a los que, aplicando el método mismo, tú tendrás que deducir.
Hay más pero eso lo conversamos junto a una cerveza.
Un abrazo, Renato
Estimados contertulios:
Con todos ustedes, don Renato Gatica, el mejor maestro que tuvo jamás mi mujer en sus estudios universitarios y una de esas pocas personas con las que uno puede conversar seriamente al sur del Bío-Bío.
Profesor: me permitirá que responda a su comentario más detenidamente porque la máquina social se empeña en necesitarme esta mañana y no quiero ni leer ni responder sus palabras a la ligera. Enseguida vuelvo. De momento, un abrazo de respeto y cariño.
PABLO GONZ
Estimado Renato:
Me parece que estamos apreciando el proceso completo de la educación desde diversos ángulos y perspectivas, lo que nos permite decir cosas contrarias que, sin embargo, pueden ser perfectamente coherentes. En tu teoría de la educación “Cuando el maestro pregunta y el discípulo responde hay educación” falta la pregunta inicial del alumno. Según tu ejemplo, el alumno parte preguntando “¿Cuántas patas tiene un gato, profesor?”, lo cual puede deducir por sí mismo, si posee las experiencias previas necesarias. En este caso, la función del maestro sería entregar la respuesta que más conviene al discípulo: “Tú tienes los elementos necesarios para averiguarlo: hazlo”. Más peliaguda se pone la cosa si lo que el discípulo pregunta no es una obviedad. Por ejemplo: “Profesor, ¿por qué el español y el portugués se parecen tanto?” Si ese alumno no sabe que ambos idiomas descienden del latín, tendrá dificultades insoslayables para encontrar la respuesta en sí mismo y por tanto su inquietud se verá insatisfecha (el mejor modo de que no disfrute de ella). La labor del profesor que se ve obligado a “forzar la mente” de los alumnos es la mejor postura que puede tomarse en un escenario educativo donde impera la desidia de los mismos. Estos maestros tratan de recuperar la curiosidad natural de los chicos, abotargada por siglos de instrucción (según mi acepción de la misma), y sólo a veces lo logran. Si a esos mismos muchachos no se les hubieran impuesto tantos conocimientos, si se hubiera dado respuesta sincera a su curiosidad (que nace de la necesidad de resolver problemas que verdaderamente les atañen porque les preocupan), ellos se habrían acostumbrado a ver satisfecha la misma; y a partir de un momento (ese instante en que no les hubiera bastado la información entregada por sus maestros) habrían empezado a ampliar sus campos de acción. Porque, bien mirado, cuando un alumno le pregunta a su profesor, ya está en pleno proceso de investigación (sale de sí mismo para obtener una respuesta). Por lo mismo, un mundo en que cada persona fuese capaz de encontrar las respuestas en su interior supondría un mundo sin lenguaje, a la larga un mundo sin pensamiento.
Un fuerte abrazo y a ver para cuándo esa cerveza,
PABLO GONZ
El aprendizaje es una tarea continua en el ser humano, desde el primer minuto de vida y hasta el último. Otra cosa es la instrumentalización de ese proceso humano.
Abrazos fuertes y gracias por venir, Hebe.
PABLO GONZ
Despues de un respiro del mundo de las letras y otras cuestiones, hoy abandono un rato mi Hades personal y me encuentro, entre muchas otras cosas, esta pequeña perla de sabiduría.
Tus reflexiones siempre agudas y certeras. Si todos pensáramos un poco más y lleváramos a cabo lo que nos dicta la coherencia (para mi coherencia es un pensamiento equilibrado, nacido de un sentimiento), nuestra vida y nuestro mundo serían un lugar mejor.
Pablo González Cuesta (Pablo Gonz) es un escritor español nacido en Sevilla (1968) y radicado en Valdivia (Chile) desde el año 2001. Hasta los tres años, vivió en Sao Paulo (Brasil) y a esa edad su familia se trasladó a Barcelona, donde permaneció hasta 1976. El siguiente destino fue Madrid, donde pasó la mayor parte de su infancia y su juventud, con frecuentes estancias en un pueblo de la Montaña Leonesa (Cofiñal) de donde procede su familia. Posteriormente, vivió durante casi un año (1991-1992) en Múnich (Alemania). En este mismo periodo se produjo su definitivo acercamiento a la literatura, siendo sus primeras referencias literarias Gabriel García Márquez, Eduardo Mendoza, León Tolstoy y Stefan Zweig. Tiene seis novelas publicadas: 1996: «La pasión de Octubre» (ed. Alba, Barcelona). 1997: «Experto en silencios» (ed. Bitzoc, Palma de Mallorca, España). 1998: «Los hijos de León Armendiaguirre» (ed. Planeta, Barcelona). 2008: «Libertad» (ed. Uqbar, Santiago de Chile). 2008: «Mío» (ed. Carisma, Badajoz, España). 2014: «Lavrenti y el soldado herido» (ed. 20:13, Valdivia, Chile). 2015: «Libertad» (ed. Fantasía, Madrid, España). «La saliva del tigre. Minificciones» es su único libro de microficción (2010).
10 noviembre, 2010 a las 12:06
09:05 de la mañana, HL de Chile. Tenemos un sol perfecto y el alma en consonancia con el astro.
¡A trabajar!
Abrazos piedecañónidos,
PABLO GOOOOOOOOONZ
10 noviembre, 2010 a las 12:14
Sí acá en la patagonia argentina también está el astro rey reinando con todo. En cuanto a la educación pienso que esta vida misma es una escuela y a cada día se aprende algo nuevo. El maestro no es absolutamente maestro, en el intercambio hay un profundo aprendizaje. Abrazo Pablo!
10 noviembre, 2010 a las 13:31
En efecto, Silvia, como te decía por facebook. El término enseñanza (o intercambio) engloba a los anteriores: instrucción y educación. Supongo que la enseñanza orgánica es la que logra asentarse sobre el equilibrio de ambos extremos.
Abrazos pedagógicos,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 12:17
Esto me suena a un pasaje de un libro que leí… y también tiene mucho que ver con la opinión de D. Luis Cobiella Cuevas, persona ilustre de Sta. Cruz de La Palma, químico, profesor, poeta, músico y unas cuantas cosas más, no sé en qué orden. En su etapa de profesor seguía este método que apuntas y fue muy criticado por ello, pero estoy segura de que sus alumnos aprendieron los que más.
Luego le digo a Pablo que venga, él siempre recuerda las palabras de Luis.
Un abrazo desde lo alto de la torre 🙂
10 noviembre, 2010 a las 13:38
Me parece, Ana, que en tu comentario das por hecho que yo abogo por alguno de estos dos sistemas de enseñanza. Y aunque es verdad que prefiero la educación sobre la instrucción también comprendo que esta última es necesaria (quizás imprescindible en ciertas dosis). En principio es preferible que un niño logre un desarrollo acorde con su naturaleza (suponiendo que su naturaleza sea sana) pero también es cierto que la sociedad (afectada por la Historia) exige de nosotros ciertas habilidades que raramente surgen espontáneamente. Equilibrio, por tanto: educación en el día a día, instrucción cuando no quede más remedio.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Y gracias por entregar el nombre de Luis Cobiella.
10 noviembre, 2010 a las 14:30
Uy, perdón si interpreté mal. Pero… si alguien no quiere aprender no hay manera de enseñarle, no?
Quería decir que Luis Cobiella tiraba más por la educación que por la instrucción, y por no enseñar a quien no quiere aprender.
Otro abrazo
10 noviembre, 2010 a las 14:38
La única manera sería obligarle a que quiera. Por ejemplo mediante coacción.
10 noviembre, 2010 a las 12:21
Pues no tengo nada más que decir, porque es así de simple y certero tu apunte de hoy, podría ser considerado un axioma.
Un abrazo en pleno proceso de aprendizaje.
10 noviembre, 2010 a las 13:41
He tratado, Maite, de que fue el reflejo sobre el plano educativo de lo que yo llamo El arquetipo: esa idea de pulsión, inspiración/expiración, que me parece reconocer en todo lo que forma este mundo en que vivimos. La frontera entre alumno y maestro se mueve de uno a otro y viceversa (palpita) y en ese ir y venir se van dando forma a las personalidades de ambos. Intercambio, como decía antes Silvia.
Abrazos fuertes y gracias por venir,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 12:34
Cae como anillo al dedo. Justamente hoy y mañana hay paro de docentes en las escuelas secundarias. Lamentablemente, el año próximo los chicos que egresen este año, van a tener que enfrentarse a la Universidad sin tener la base suficiente.Te hablo de matemáticas, ciencias etc.La educación también se acompaña desde la casa.Soy de las que piensan que por más que un maestro se esmere, si no educás a tu hijo en la parte humana en tu hogar , no se hace el complemento necesario.Pero hay muchas personas que piesan que la educación de su hijo se basa solamente en mandarlo a la escuela.Pienso que con cada actitud frente a ellos , cada palabra que le puedas brindar de ayuda( hablando de la vida)también es educar.Hoy me extendí demasiado, disculpame. Un abrazo Neli 🙂
10 noviembre, 2010 a las 13:45
Estoy plenamente de acuerdo contigo, Neli. Creo que la función pedagógica de los padres es esencial: no sólo en la transmisión de habilidades llamémosle técnicas sino también de esa habilidad tan inasible a la que llamamos «saber vivir». Estar con los hijos, comportarse de acuerdo con lo que se piensa, servirles de ejemplo… todo eso es apreciado por el niño ya que llena su corazón.
Abrazos muy fuertes para ti y gracias por tu comentario,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 14:03
Buena reformulación del método socrático, Pablo. Y mejor crítica al sistema educativo.
Un abrazo.
10 noviembre, 2010 a las 14:42
Critico un sistema basado puramente en la instrucción, que no atienda a las necesidades particulares de los niños, con la misma fuerza con que criticaría a un sistema basado en la única satisfacción de esas necesidades sin atender a las demandas razonables de la comunidad. Veo una mano con sus dedos: la solución a la congruencia de los intereses generales y los particulares.
Abrazos fuertes, Agustín, y gracias por venir.
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 14:04
De acuerdo, si acaso añadiría que educar es enseñar a preguntar, pare después responder… si se puede. 😉
10 noviembre, 2010 a las 14:43
No estoy de acuerdo, Elisa. Creo que ese es un modo refinado de la instrucción. Educar es vivir al lado de una persona y responder a sus preguntas. Si no hay preguntas, seguir esperando hasta que las haya.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 14:09
Por España, más concretamente «Andalucía» el sol escondido entre nubes y llueve (se nos acerca el invierno y ya cuando hace sol, veo desde mi casa Sierra Nevada toda blanca) y los niños como están mal educados no responden ni escuchan al maestro y el maestro, tiene depresión de tanta falta de respeto.
Besicos muchos Pablo.
10 noviembre, 2010 a las 14:25
Nani, me gusta lo que dices, justo detrás de Agus, porque nadie se suele poner en nuestro lugar y con frecuencia se nos pide a los profes mucho más de lo que podemos hacer. ¡Que no somos superhéroes!
10 noviembre, 2010 a las 14:53
Los profesores no son superhéroes ni deben serlo. El sistema falla en su conjunto porque las exigencias del sistema son superiores a las capacidades de quienes lo forman: padres, profesores y alumnos. Es natural que unos se echen las culpas a otros pero la solución pasa por tomar una decisión política respecto a la finalidad del sistema educativo en acuerdo con las necesidades sociales. Mientras no se relajen estas exigencias, no se relajará la vida en las escuelas.
10 noviembre, 2010 a las 19:54
Elisa, bien sé que no sois superhéroes, sino personas que os gusta hacer de los niños personas cultas y responsables, pero hoy en día somos los padres principalmente quienes no os dejamos ejercer vuestra profesión. Y me ha gustado ponerme en vuestro lugar, antes porque mis hijos eran pequeños y os debo parte de su educación y ahora, porque son ellos los que enseñan a otros niños.
Saludos.
10 noviembre, 2010 a las 14:50
Las personas respetan instintivamente todo aquello que les beneficia. Y a los maestros españoles les falta mucho para poder desarrollar su trabajo de un modo orgánico. Los defectos de la enseñanza no provienen de las terribles condiciones que deben soportar los maestros ni de las faltas de respeto de los chicos (verdaderas denuncias espontáneas de los fallos del sistema) sino de una toma de decisiones políticas que defina la enseñanza de un modo elástico, no como una exigencia del sistema económico imperante. En resumen: los profesores están obligados a fabricar piezas y los materiales se resisten.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 14:31
Tengo que decir desde la experiencia que esa afirmación es muy matizable. Para preguntar, primero hay que tener algo sobre lo que edificar. Todos los años me pasa lo mismo: al empezar el curso los alumnos no preguntan nada y tengo que ser yo el que empiece a meterles cosas en la mocha; cuando el curso avanza, ellos solos empiezan a preguntar y a interesarse. Pero que, al fin y al cabo, es un círculo que se une por sus extremos, un feedback. Para preguntar hay que saber algo que produzca curiosidad y eso nadie nace con ello.
Abrazos entarimados.
10 noviembre, 2010 a las 15:02
Yo creo en la curiosidad natural del ser humano, Alberto. Lo que pasa es que la curiosidad de un niño no pasa necesariamente por los contenidos que se exponen en los libros de texto. ¿Hay algo más entusiasmado que un chaval que destripa algo para ver qué tiene dentro? Si nos empeñamos en imponerles contenido a los niños, seguimos instruyéndolos (únicamente). Si los escuchamos para saber qué les interesa, podemos responder a sus necesidades y ellos, luego, por un sentido de equilibrio innato, nos escucharán a nosotros. Diálogo verdadero, sin falsedad y sin abuso de posición. Haz la prueba en una de tus clases: pregúntales a los chicos ¿qué os interesa? ¿qué os gusta? Verás que al principio hay resistencia pero que luego hablan y hablan y hablan.
Abrazos desde la platea,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 16:51
No, si estoy de acuerdo contigo, Pablo. Lo que quiero decir es que creo que la curiosidad hay que encauzarla hacia los parámetros que se utilizan socialmente para organizar el conocimiento. Y ahí, nos guste o no, tenemos que echar mano de la «violencia» o de la «fuerza» para llevar las cosas a su camino. Es como las ramas de un árbol que crecen con su propia fuerza vital. Si queremos tener un jardín y no una selva las tenemos que ir podando, dirigiendo… Por eso hablo de dos partes implicadas en el proceso.
Mi impresión es que el primer impulso tras una época donde prevalecía esa instrucción se pasó a una idea feliz de que los niños querían aprender por su propia voluntad y solo había que ponerles los medios a su alcance. Creo que el punto está en el medio.
Un abrazo (y perdona por extenderme tanto)
10 noviembre, 2010 a las 17:57
Claro, claro. Después de una postura extrema se llegó a otra. Lo armónico será que no prevalezca una postura o la otra per se sino por la necesidad.
10 noviembre, 2010 a las 15:28
Al chaval hay que enseñarle a buscar. Ahí esta el verbo: buscar. Ni preguntar, ni contestar. Un chaval que sabe buscar sabrá saciar sus necesidades.
Blogsaludos
10 noviembre, 2010 a las 17:59
Me apunto tu comentario, Adivín, que sé que viene de alguien que ha dedicado muchísimos años a la enseñanza. Gracias por el aporte a esta conversación.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 16:53
Si el maestro pregunta y el alumno también pregunta, deben de estar hablando con dios.
Abrazos
10 noviembre, 2010 a las 18:00
Diálogo de filósofos, Jesus.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 17:26
Pablo muy buena la reflexión. Y como Ana me ha invitado a que hable de Luis Cobiella, un sabio al que quiero muchísimo y con el que comparto muchas cosas escribió un día:
«Enseñante no es quien sabe, sino quien ayuda a saber. Ni quien transmite datos sino quien induce a discernirlos y utilizarlos. Enseñante es el que añade cambio personal al enseñado; mas no sólo el cambio del saber al no saber, de la zafiedad a la destreza, sino e hondísimo, previo y decisivo cambio del no querer saber al necesitar saber, del no querer comunicarse al necesitar comunicarse, de la abdicación al interés, de la indolencia a la aventura, de la isla en soledad a la convivencia; será ése el cambio que deja la señal de haber sido in-signato, enseñado».
Yo también me acordé estimado Pablo, de un pasaje de un libro en el que Anto y Miguelito hablan de algo parecido.
Un abrazo y perdón por tan largo comentario.
10 noviembre, 2010 a las 18:03
Muchas gracias, Pablo, por transcribir este texto de Cobiella para que todos podamos leerlo. Dice tantas cosas que hay que leerlo con microscopio y bisturí.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 17:37
Ah y se me olvidó una cosa que intentó Luis Cobiella también y que casi le costo su puesto de profesor. El era partidario de suprimir los exámenes. El decía que si un alumno se sabía las lecciones no necesitaba un examen para demostrarlo. En cambio si había que detenerse en ayudarlo a comprender lo que aún no sabía o no entendía. Esto suponía un gran ejercicio de sinceridad y confianza alumno-profesor, y eso es dificil.
10 noviembre, 2010 a las 18:03
Y todo por la manía de la cuantificación.
10 noviembre, 2010 a las 17:46
Muy buena reflexión. Así debe ser.
Abrazos dobles.
10 noviembre, 2010 a las 18:04
Gracias, Lola, por dejar tu comentario.
Abrazos simples pero dos veces.
PABLO GONZ
10 noviembre, 2010 a las 20:27
Es buena la reflexión, pero creo que para el tema se queda bastante corta. Con preguntas y respuestas no se debe definir la educación, los «maestros» deberían enseñar a «pensar», no transmitir conocimiento, deberían ser guías en el proceso de aprendizaje, entendiendo que nadie es poseedor de la verdad absoluta. El gran problema de la educación es que raras veces encontramos en los sistemas educativos maestros así.
Bueno, creo que este tema amerita una conversación extensa.
A ver si un día te pasas por Barcelona y la podemos tener.
Un abrazo muy grande.
David.
10 noviembre, 2010 a las 20:41
Te recomiendo un texto fantástico del filósofo colombiano Estanislao Zuleta, «Educación y Democracia» te dejo un enlace donde lo puedes leer, te tienes que registrar, pero es un proceso bastante rápido.
http://grupos.emagister.com/ficheros/dspflashview?idFichero=415056
Otro abrazo.
10 noviembre, 2010 a las 21:34
Gracias, David. Le echaré un vistazo.
10 noviembre, 2010 a las 21:34
Encantado, David. Cuando vaya por allá, organizaremos una microrreunión para conocernos y charlar cara a cara.
Abrazos fuertes y gracias por tu comentario,
PABLO GONZ
11 noviembre, 2010 a las 8:11
Preguntas y respuestas son la clave de la instrucción y de la educación, y ambas deberían serlo del sistema educativo que a veces se limita al sermón y la memorización. Saludillos educativos
11 noviembre, 2010 a las 11:56
Es verdad, Puck. Muchas veces sólo hay respuestas (datos) y muy pocas veces las preguntas que nos permiten ver el lado oculto de las cosas.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
11 noviembre, 2010 a las 10:39
¡Que tiemble Jail Gibrán! jejeje.
11 noviembre, 2010 a las 11:58
Con todo respeto, Woody, no creo que le temblase ni una pestaña.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
11 noviembre, 2010 a las 11:22
Hola Pablo, En mis conceptos de educación e instrucción tu frase tendría que ser diferente, esencialmente, al revés. “Cuando el maestro pregunta y el discípulo responde hay educación, cuando el discípulo pregunta y el maestro responde hay instrucción”. Porqué?. La educación, en mi concepto desde luego, con la base de mi información y experiencia, corresponde a guiar y desarrollar una mente basado en su propia capacidad. Así fue el método socrático, en el que Sócrates preguntaba y en base a sus propias respuestas los discípulos obtenían las respuestas. La instrucción es un traspaso de información, lo que actualmente, dada las múltiples posibilidades de Internet, puede ser auto instrucción, o a la antigua, el discípulo pregunta y el maestro responde. -¿Cuántas patas tiene el gato profesor?, -Cuatro, hijo mío, la quinta que ves es la cola. -Gracias profesor, usted es sabio.
Un par de ejemplos… modestamente. Un estudiante de magíster del cual fui su profesor, cuando hacíamos un brindis por su titulación dijo “El Dr.Gatica me enseñó muy pocas cosas, pero aprendí mucho con el Dr.Gatica”. Porqué?. Porque yo preguntaba y el tenía que forzar su mente y estudiar (instruirse) para lograr la respuesta. Otros estudiantes han reclamado por ese método, porque les significa más trabajo, es más fácil sólo recibir la respuesta, ser instruidos por el profesor en ese conocimiento. Al final comprenden y agradecen. Mis nietas ya lo han entendido, al inicio de nuestras conversaciones hace unos años me preguntaron, -Tata, porque cuando te pregunto me contestas con una pregunta?. Y ahí aprendieron que la respuesta puede salir de ellas mismas usando su razonamiento. Sin duda hay veces en que les falta información, pero con una pequeña ayuda logran la respuesta.
Pienso que este método tiene diversos beneficios, y que eso es educar, a los que, aplicando el método mismo, tú tendrás que deducir.
Hay más pero eso lo conversamos junto a una cerveza.
Un abrazo, Renato
11 noviembre, 2010 a las 12:03
Estimados contertulios:
Con todos ustedes, don Renato Gatica, el mejor maestro que tuvo jamás mi mujer en sus estudios universitarios y una de esas pocas personas con las que uno puede conversar seriamente al sur del Bío-Bío.
Profesor: me permitirá que responda a su comentario más detenidamente porque la máquina social se empeña en necesitarme esta mañana y no quiero ni leer ni responder sus palabras a la ligera. Enseguida vuelvo. De momento, un abrazo de respeto y cariño.
PABLO GONZ
11 noviembre, 2010 a las 14:31
Estimado Renato:
Me parece que estamos apreciando el proceso completo de la educación desde diversos ángulos y perspectivas, lo que nos permite decir cosas contrarias que, sin embargo, pueden ser perfectamente coherentes. En tu teoría de la educación “Cuando el maestro pregunta y el discípulo responde hay educación” falta la pregunta inicial del alumno. Según tu ejemplo, el alumno parte preguntando “¿Cuántas patas tiene un gato, profesor?”, lo cual puede deducir por sí mismo, si posee las experiencias previas necesarias. En este caso, la función del maestro sería entregar la respuesta que más conviene al discípulo: “Tú tienes los elementos necesarios para averiguarlo: hazlo”. Más peliaguda se pone la cosa si lo que el discípulo pregunta no es una obviedad. Por ejemplo: “Profesor, ¿por qué el español y el portugués se parecen tanto?” Si ese alumno no sabe que ambos idiomas descienden del latín, tendrá dificultades insoslayables para encontrar la respuesta en sí mismo y por tanto su inquietud se verá insatisfecha (el mejor modo de que no disfrute de ella). La labor del profesor que se ve obligado a “forzar la mente” de los alumnos es la mejor postura que puede tomarse en un escenario educativo donde impera la desidia de los mismos. Estos maestros tratan de recuperar la curiosidad natural de los chicos, abotargada por siglos de instrucción (según mi acepción de la misma), y sólo a veces lo logran. Si a esos mismos muchachos no se les hubieran impuesto tantos conocimientos, si se hubiera dado respuesta sincera a su curiosidad (que nace de la necesidad de resolver problemas que verdaderamente les atañen porque les preocupan), ellos se habrían acostumbrado a ver satisfecha la misma; y a partir de un momento (ese instante en que no les hubiera bastado la información entregada por sus maestros) habrían empezado a ampliar sus campos de acción. Porque, bien mirado, cuando un alumno le pregunta a su profesor, ya está en pleno proceso de investigación (sale de sí mismo para obtener una respuesta). Por lo mismo, un mundo en que cada persona fuese capaz de encontrar las respuestas en su interior supondría un mundo sin lenguaje, a la larga un mundo sin pensamiento.
Un fuerte abrazo y a ver para cuándo esa cerveza,
PABLO GONZ
12 noviembre, 2010 a las 12:29
🙂 Me siento identificado!!!!
15 noviembre, 2010 a las 11:39
¿Cómo profesor o como discípulo? Supongo que como ambos. Abrazos fuertes, Luis, y muchas gracias por venir.
PALBO GONZ
13 noviembre, 2010 a las 8:01
Sí.
¿Qué pasa si afirmo?
(Supongo que depende de aquello que me llevó a la afirmación).
Un saludo, Pablo.
15 noviembre, 2010 a las 11:40
Un saludo también para ti, Edgar, con mi agradecimiento por tu visita.
PABLO GONZ
13 noviembre, 2010 a las 23:53
Hay un aprendizaje continuo en la educación temprana desde su hogar. la instrucción queda en segundo plano,igual se requiere un referente, saludos.***
15 noviembre, 2010 a las 11:41
El aprendizaje es una tarea continua en el ser humano, desde el primer minuto de vida y hasta el último. Otra cosa es la instrumentalización de ese proceso humano.
Abrazos fuertes y gracias por venir, Hebe.
PABLO GONZ
17 noviembre, 2010 a las 18:13
Despues de un respiro del mundo de las letras y otras cuestiones, hoy abandono un rato mi Hades personal y me encuentro, entre muchas otras cosas, esta pequeña perla de sabiduría.
Tus reflexiones siempre agudas y certeras. Si todos pensáramos un poco más y lleváramos a cabo lo que nos dicta la coherencia (para mi coherencia es un pensamiento equilibrado, nacido de un sentimiento), nuestra vida y nuestro mundo serían un lugar mejor.
Te dejo un abrazo, Pablo.
17 noviembre, 2010 a las 19:25
Gracias, Aroint. Un gusto de volver a verte por aquí.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
27 noviembre, 2010 a las 12:50
Si los dos dialogan… Inspiración y superación de límites. Me ha encantado el micro.
27 noviembre, 2010 a las 18:42
Yo también creo que en la formación de las personas interviene directamente el diálogo.