LA SALIVA DEL TIGRE/51
20 junio, 2011
SERVICIO COMPLETO
Palacete churrigueresco en la calle Fortuny. Crema de espárragos, ragú de ternera y postre: cinco euros. Miro a los lados. ¿Aquí? ¡Menuda ganga! ¿Hora? Las dos de la tarde. Pues fíjate que tengo hambre, aunque seguro que está de bote en bote. Entro. Saloncito con marinas y escalera de mármol. Alfombra impecable hasta el primer piso. ¡Guau! Suelo brillante, paredes de estuco, arañas limpias, jarrones de bronce, mesas redondas, pulcras, todas vacías. ¿Todas vacías? Debe de haber un error. Serán cincuenta euros. O quinientos. Aquí llega el maître: alto, rubio, cuadrangular. Seguramente polaco. «Adelante, señor», sin acento alguno. «Disculpe, ¿esto es el restaurante?» «Sí, señor». «¿Y aquí se sirve un menú por cinco euros?» «Exacto. ¿Me acompaña?» «Obvio», y me siento en la mesa que me ofrece. Le miro como a un fantasma. «¿Qué desea servirse el señor?» «El menú de cinco euros», recalco. «A la orden», dice (con un taconazo). Y la música tenue y el aroma penetrante de las rosas y el exquisito tacto del mantel… «Crema de espárragos, señor». Humeante, sobre la mesa, mi plato, con sus picatostes y todo. «Gracias» (sorprendido) y el maître coge una servilleta, la desdobla y me la ata al cuello. «Gracias» (algo incómodo) y el maître se sienta a mi lado, toma una cuchara, la hunde en la crema y me la pone delante de la boca. «¡No!» (completamente rígido) pero el maître: «Ah, ah, ah. Sin tonterías. Esta por papá. Esta por mamá. Esta por la tía Angustias».
PABLO GONZ
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20 junio, 2011 a las 18:19
Cayendo un poco out of screen, os deseo una feliz semana a todos.
Abrazos descomunales,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 18:29
Algo malo tenía que tener un menú tan barato!!! Jejeje.
Me ha encantado tu relato.
Abrazos con babero (por si acaso) desde el aire
20 junio, 2011 a las 19:01
Muchas gracias, Rosa. Un honor que te guste.
Abrazos con la camisa sucia,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 18:32
Aunque algo incómodo al comienzo, sigue siendo una buena comida por poco dinero, ja ja!!!!
Retribuyo tus abrazos, Pablo
20 junio, 2011 a las 19:02
Sí, a todo se acostumbra uno.
Abrazos enormes,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 18:34
me encanta en terror gótico. me has aterrorizado encantadoramente.
20 junio, 2011 a las 19:03
Un placer, don Vittt.
Lo abraza con fuerza,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 18:40
Bueno, qué más se puede pedir por cinco euros: menú de tres platos y atención maternal,regreso a la infancia y a sus esclavitudes. En fin, un viaje en el tiempo por tan poco dinero es una auténtica ganga.
20 junio, 2011 a las 19:04
Hombre, visto así no se entiende por qué estaba vacío el local. 🙂
Abrazos de los de antes,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 19:16
Ya veo yo una cola de madres en el restaurante para que el maître les de de comer a sus hijos : – )
Me ha gustado mucho el relato, Pablo.
Un saludo.
20 junio, 2011 a las 19:31
Gracias, Sara. Un fuerte abrazo para ti,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 19:27
jajaja da gusto comenzar la semana con una sonrisa…. y el estómago lleno a pesar de todo no??? jajjajaja
Saludillos
20 junio, 2011 a las 19:32
A mí me da gusto empezar la semana con tus sonrisas.
Abracillos radiofónicos,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 20:01
Oye, dame el teléfono del polaco que lo contrato para que de comer a mis hijas…
20 junio, 2011 a las 20:40
A ver si lo pillo.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 20:54
Muy bueno! Me hiciste reír. El restaurante soñado.
Un abrazo, Pablo.
20 junio, 2011 a las 21:00
¡Me encanta hacer reír, Mónica! Es muy probable que sea mi principal motivación a la hora de escribir.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 21:12
Si realmente supieran que una vez al año, cada año alrededor de mayo, sirven al que inmortalizó el restaurante, quizá nos darían de comer (¿sic?) en el reservado … ¡Y con vino del caro!
Magnífico como siempre hermano.
Un beso. Daniel.
20 junio, 2011 a las 21:21
A ver si trasciende y nos ahorramos esas pelillas. Si no, haré lo de mi tocayo Picasso, que pagaba con cheques porque sabía que su firma en un papelito valía más que la cuenta. 😉
Besazos,
P
20 junio, 2011 a las 22:11
jajajaja… genial Pablo.
Llevaba tiempo sin visitarte y me alegra nos abes cuánto ver que no has perdido mano para escribir. Muy bueno.
Qué ridículo resulta el lujo visto desde fuera.
21 junio, 2011 a las 13:32
Hombre, pues me alegra verte otra vez por aquí. Y haber sido capaz de hacerte reír. Como decía antes, es una de las cosas que más me llenan.
Abrazos ascéticos,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 22:42
Tronchante ese final. A ver que otro servicio ofrece después el polaco por los cinco euros…
21 junio, 2011 a las 13:33
No quiero pensar en ello. 😉
Abrazotes,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 22:58
Realmente cumple con el título. No sé si reir o salir corriendo, es que la visión del polaco es impactante.
Besos
21 junio, 2011 a las 13:34
A ver quién le dice que no a un tipo alto, rubio, cuadrangular. Me imagino sus ojitos celestes desvaídos, de esos muy aptos para la crueldad, y se me aflojan las tripas.
Abrazos mañaneros,
PABLO GONZ
20 junio, 2011 a las 23:15
le llevo a mi Camila y se queda nombrando a la familia entera!!! Bon apetit, digo buena semana Pablo!
21 junio, 2011 a las 13:35
Igual para usted, doña Sandra. Cuídese mucho.
Abrazos de,
ROCÍO MONTELPARE.
21 junio, 2011 a las 14:14
Jejjee, he estado apunto de mencionar que a cambio del teléfono te prestaba mi nombre (y el apellido de Sandra que te lo preste ella 😉 ), pero pensé que querías guardar tu nuevo seudónimo en secreto 😛
21 junio, 2011 a las 14:37
Bueno, quedará aquí, en secreto familiar. Supongo que la gente de los jurados no se pasea por estos fondos.
Más abrazos,
(ahora sí) PABLO GONZ
21 junio, 2011 a las 0:25
Sorprendente final.
como dirian en mi tierra… nadie da duros a cuatro pesetas…
Gracias por tu visita y por incluirme en tus blog reseñados.
Un abrazo. Te seguiré leyendo.
21 junio, 2011 a las 13:37
Un gustazo tenerte por aquí, Rebeca. Pasaré a leerte a «Galatea y el efecto pigmalión».
Abrazotes,
PABLO GONZ
21 junio, 2011 a las 7:21
!Qué tortura! Un gigante rubiales dándote la comidita.
Este cuento se lee solo, Pablo.
Un abrazo, Pablo
21 junio, 2011 a las 13:38
Pues temía yo que al quedarme un poco largo se desanimara más de uno. Si me quedó fluido, entonces es más fácil de leer con óptica micro.
Abrazos murcianos, amigo.
PABLO GONZ
21 junio, 2011 a las 8:13
Jajajaaaa, qué buenísimo giro Pablo. Oye, que alguno quiere que el polaco le dé de comer a sus niños, yo me lo pido para mí, que aunque sea durante las comidas me dejo cuidar… ¡qué bueno! 😉
Besos
21 junio, 2011 a las 13:40
Me alegra que te guste mi amigo Radek. Le daré tu teléfono.
Un besito,
ROCÍO MONTELPARE
21 junio, 2011 a las 12:03
Esto le podría haber pasado perfectamente a Octubre en alguna comida, no? Me estoy riendo de lo lindo con ese libro, es divertidísimo!!!
Ya te contaré…
Este relatito tuve el gusto de saborearlo «por mama, por papá y por la tía Angustias» el día de mi cumple.
Gracias Pablo. Abrazos festivos
21 junio, 2011 a las 13:43
Ah, ¿estás de cumpleaños? Pues muchas felicidades. Se las transmites de mi parte a Octubre, pobre chaval: la cantidad de cosas que le pasaron. Es una de esas novelas que no reeditaría porque sólo es divertida y eso no es suficiente (escribirla como corresponde me hubiera requerido una experiencia técnica que no tenía, pero que adquirí, en parte, escribiéndola).
Bueno, besazos mayores,
PABLO GONZ
21 junio, 2011 a las 19:07
No, Pablo, cumplo el mismo día que tu… pero este relato me lo adelantaste ese día porque era muy de Chamberí ¿recuerdas?
Un abrazo
21 junio, 2011 a las 19:38
Puedo demostrar con muchos testigos que soy absolutamente negado para los cumpleaños. Claro que recuerdo que somos del 28F. Lo que no recordaba es haberte mandado este micro. Me perdonas por todo, plis.
Abrazos incorregibles,
PABLO GONZ
21 junio, 2011 a las 17:12
En realidad, todos los «chollos» que en este valle de cocodrilescas lágrimas no son dados a «disfrutar», suelen conllevar una «cucharita para mamá», «otra para papá» y ambas aderezadas con sus correspondientes arcadas.
Estuve en ese restaurante un par de veces y por no mal predisponer al polaco, deje cincuenta euros de propina.
Un abrazo en plena regresión.
21 junio, 2011 a las 18:01
Como decían por ahí, Josep, nadie da duros a peseta. En todo caso, prefiero pensar en la posibilidad de un chollo limpio y per se.
Abrazos palpitantes,
PABLO GONZ
21 junio, 2011 a las 17:27
Muy bueno. Bien llegado, con intriga y final sorprendente. Me ha gustado y me has hecho sonreír por primera vez este verano (jeje)
21 junio, 2011 a las 18:02
Bueno, me alegro de que haya sido el primer día del verano. Ojalá que siga la racha. 🙂
Abrazos fuertes, Javier.
PABLO GONZ
22 junio, 2011 a las 9:31
Los aficionados a lo de escribir nos podemos cansar de hacer posturitas frente al espejo. Bíceps, mentón arriba y mírame, Ramona. En cambio, vas tú, agarras al lenguaje por las gorjas, lo pones a cuatro patas (levantando el brazo izquierdo y la pata derecha) voilá y todos mirándole con la boca abierta. Y encima, y pese al ridículo del gesto, el lenguaje va y sonríe. Tócate las bolas.
Olé.
22 junio, 2011 a las 18:33
Jajaja, Alberto, me parto de risa con tu comentario. Pues anda que no eres exagerado. Como siempre me voy de aquí directo al diccionario (esta vez me inquietan esas gorjas). A ver qué son.
Abrazotes,
PABLO GONZ
22 junio, 2011 a las 16:08
Eso Pablo, tú recalca el menú de cinco euros, que somos proletarios. El relato, fantásticamente divertido. Y las escaleras.. me las imagino de caracol. Tipo Sospecha.
Abrazos agradecidos por la diversión
Ana
22 junio, 2011 a las 18:34
Todo lo indefinido es susceptible de completarse, Ana. Ergo, las escaleras son de caracol. Y listo.
Abrazos rientes,
PABLO GONZ
23 junio, 2011 a las 9:35
Demasiado completo. Yo prefiero pagar siete y que me dejen más libertad :-). Es que mi madre dice que ya tengo edad de comer solo.
23 junio, 2011 a las 14:37
Sí, Cybr, la libertad siempre tiene un precio. 😉
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ