
El otro día iba yo por la calle y me encontré una serie de mierdas de perro. Inmediatamente me acordé de nuestro presidente del gobierno, del presidente de nuestra región, de nuestro alcalde y de otros muchos próceres de este país al que llamamos con orgullo Itquepe. ¿Es que no pueden hacer estos venerables mandatarios algo definitivo por la limpieza de nuestras calles y plazas? Dicho en otras palabras, ¿cómo mandar a su casa, de una vez y para siempre, a esos hijos de la grandísima puta que incumplen las leyes (en este caso de salud pública) con perfecta impunidad? Yo no me siento capacitado para responder a estas preguntas porque tengo dificultades para gobernar mis pensamientos pero, oiganme bien: seguro que hay otros mucho menos estúpidos, capaces de gobernarlos mejor.
Dedicado al mordaz autor ruso Alexander Herzen