Hago cualquier cosa impactado (también subir esta cita de Pereira) desde que me enteré de que la peluquera de mi mujer colecciona torpedos. Tal y como suena: esas armas de destrucción submarina.
Cosas veredes, amigo Sancho.
Abrazos inertes,
PABLO GONZ
Tras leer tu comentario, ya somos dos los impactados. Torpedos!! Y yo que pensaba que un amigo mío que colecciona cuchillos para untar mantequilla era rarito!!
En otro orden de cosas, no creo en ese tipo de deslealtad, lo de la alegría en el trabajo no define mi lealtad, vamos eso creo.
Abrazos atóniTos
Esta cita de Pereira tiene más puntas que un erizo. Yo la leo y sé que me pincha pero no sé por qué ni dónde. No puedo responder.
Abrazos al aire libre,
PABLO GONZ
Uno sólo se siente acompañado por personas, no por una Weltanschauung, tejida con hilos de procedencias distintas. El trabajo, como la palabra, nos deja solos, pero la palabra no lo es todo Lo que queremos decir, lo que somos, siempre está un paso más allá de lo que decimos…Si duo idem dicunt non est idem. Debo decir , no obstante, que si partimos de que es mejor haber vivido una gran vida que otra inferior, la elección es clara. Todos respiramos y hacemos la digestión con más o menos alegría. Si el hombre es todas esas cosas, por supuesto que todos somos iguales, pero entonces no hay que esperar al trabajo o a la muerte para comprobar y aprender lealtades y muchas más cosas…Me viene ahora a la memoria la historia de aquel trabajador que recuperó la alegría en el trabajo poco antes de su jubilación. Sentía unas ganas irreprimibles de gritar. A veces iba a recoger a su mujer a la peluquería y sentía un deseo irrefrenable de abrazarla, de enterrar su rostro en su pelo.
En fin, me quedo con el viejo Heráclito: » A muertes más grandes, más grandes destinos tocan. »
A mi la cita de Pereira me incomoda, a veces, demasiadas veces, no pongo toda la alegría necesaria en mi trabajo.
Con respecto a la peluquera más le valdría a tu mujer revisar los rulos de la interfecta, por si acaso. Y se me ocurre que vistos los comentarios, la próxima cita en la cumbre podría ser ella misma.
Saludos torpederos
Ana.
A mí me cuesta mucho hacer una tarea con dolor. Sólo a través de inventarme la ilusión logro hacerla mía y empezar a disfrutarla. Supongo que va por ahí don Antonio, pero ya te digo que no consigo asir esta cita en todo su significado.
Un abrazo sin espoleta,
PABLO GONZ
Una cita sobre la deslealtad en un momento en que la tengo cerca… curioso; supongo que todo ocurre por algo, aunque no sé qué es lo que me hace pensar. Casi mejor no pienso. Y gracias por tu sorprendente respuesta a «Los martes micro», lo colgué en el apartado de «Microcomentarios» admirada por tu contribución. Abrazos cordiales.
Hay gente para todo, la gente colecciona lo que quiere o puede. Tenemos un afán por coleccionar irracional, tanto más si pensamos que al final de la vida lo perderemos todo… ¿o no? (¡Qué profundo…!)
El otro día pensaba yo en mi gata. Ella no tiene nada, en absoluto. No se siente propietaria de nada, quizás sólo del espacio donde orina. Y no estoy muy seguro.
Bueno, un abrazo colateral,
PABLO GONZ
Los jefes son todos muy perros. Exigen lealtad cuando lo necesitan y comprensión cuando uno les exige la lealtad a ellos. Hay que tratar de ser autónomo, digo yo.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
PD.: A escala internacional está sucediendo con el tema del Pacto del Euro. Hay crisis y tenemos que pagarla entre todos. Más fácil sería si cuando hubo bonanza se hubieran repartido mejor los beneficios, ¿no?
Pablo González Cuesta (Pablo Gonz) es un escritor español nacido en Sevilla (1968) y radicado en Valdivia (Chile) desde el año 2001. Hasta los tres años, vivió en Sao Paulo (Brasil) y a esa edad su familia se trasladó a Barcelona, donde permaneció hasta 1976. El siguiente destino fue Madrid, donde pasó la mayor parte de su infancia y su juventud, con frecuentes estancias en un pueblo de la Montaña Leonesa (Cofiñal) de donde procede su familia. Posteriormente, vivió durante casi un año (1991-1992) en Múnich (Alemania). En este mismo periodo se produjo su definitivo acercamiento a la literatura, siendo sus primeras referencias literarias Gabriel García Márquez, Eduardo Mendoza, León Tolstoy y Stefan Zweig. Tiene seis novelas publicadas: 1996: «La pasión de Octubre» (ed. Alba, Barcelona). 1997: «Experto en silencios» (ed. Bitzoc, Palma de Mallorca, España). 1998: «Los hijos de León Armendiaguirre» (ed. Planeta, Barcelona). 2008: «Libertad» (ed. Uqbar, Santiago de Chile). 2008: «Mío» (ed. Carisma, Badajoz, España). 2014: «Lavrenti y el soldado herido» (ed. 20:13, Valdivia, Chile). 2015: «Libertad» (ed. Fantasía, Madrid, España). «La saliva del tigre. Minificciones» es su único libro de microficción (2010).
13 julio, 2011 a las 18:54
Hago cualquier cosa impactado (también subir esta cita de Pereira) desde que me enteré de que la peluquera de mi mujer colecciona torpedos. Tal y como suena: esas armas de destrucción submarina.
Cosas veredes, amigo Sancho.
Abrazos inertes,
PABLO GONZ
13 julio, 2011 a las 19:10
Tras leer tu comentario, ya somos dos los impactados. Torpedos!! Y yo que pensaba que un amigo mío que colecciona cuchillos para untar mantequilla era rarito!!
En otro orden de cosas, no creo en ese tipo de deslealtad, lo de la alegría en el trabajo no define mi lealtad, vamos eso creo.
Abrazos atóniTos
13 julio, 2011 a las 19:31
Esta cita de Pereira tiene más puntas que un erizo. Yo la leo y sé que me pincha pero no sé por qué ni dónde. No puedo responder.
Abrazos al aire libre,
PABLO GONZ
13 julio, 2011 a las 20:10
Uno sólo se siente acompañado por personas, no por una Weltanschauung, tejida con hilos de procedencias distintas. El trabajo, como la palabra, nos deja solos, pero la palabra no lo es todo Lo que queremos decir, lo que somos, siempre está un paso más allá de lo que decimos…Si duo idem dicunt non est idem. Debo decir , no obstante, que si partimos de que es mejor haber vivido una gran vida que otra inferior, la elección es clara. Todos respiramos y hacemos la digestión con más o menos alegría. Si el hombre es todas esas cosas, por supuesto que todos somos iguales, pero entonces no hay que esperar al trabajo o a la muerte para comprobar y aprender lealtades y muchas más cosas…Me viene ahora a la memoria la historia de aquel trabajador que recuperó la alegría en el trabajo poco antes de su jubilación. Sentía unas ganas irreprimibles de gritar. A veces iba a recoger a su mujer a la peluquería y sentía un deseo irrefrenable de abrazarla, de enterrar su rostro en su pelo.
En fin, me quedo con el viejo Heráclito: » A muertes más grandes, más grandes destinos tocan. »
Un fuerte abrazo, Pablo.
13 julio, 2011 a las 20:34
También para ti, C.
PABLO GONZ
13 julio, 2011 a las 22:17
A mi la cita de Pereira me incomoda, a veces, demasiadas veces, no pongo toda la alegría necesaria en mi trabajo.
Con respecto a la peluquera más le valdría a tu mujer revisar los rulos de la interfecta, por si acaso. Y se me ocurre que vistos los comentarios, la próxima cita en la cumbre podría ser ella misma.
Saludos torpederos
Ana.
14 julio, 2011 a las 18:55
A mí me cuesta mucho hacer una tarea con dolor. Sólo a través de inventarme la ilusión logro hacerla mía y empezar a disfrutarla. Supongo que va por ahí don Antonio, pero ya te digo que no consigo asir esta cita en todo su significado.
Un abrazo sin espoleta,
PABLO GONZ
14 julio, 2011 a las 5:37
Una cita sobre la deslealtad en un momento en que la tengo cerca… curioso; supongo que todo ocurre por algo, aunque no sé qué es lo que me hace pensar. Casi mejor no pienso. Y gracias por tu sorprendente respuesta a «Los martes micro», lo colgué en el apartado de «Microcomentarios» admirada por tu contribución. Abrazos cordiales.
14 julio, 2011 a las 18:56
De nada, Susana. Leo mucho y comento poco, sólo aquello que logra conmoverme de algún modo.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
14 julio, 2011 a las 8:17
Hay gente para todo, la gente colecciona lo que quiere o puede. Tenemos un afán por coleccionar irracional, tanto más si pensamos que al final de la vida lo perderemos todo… ¿o no? (¡Qué profundo…!)
Un saludo indio
14 julio, 2011 a las 18:57
El otro día pensaba yo en mi gata. Ella no tiene nada, en absoluto. No se siente propietaria de nada, quizás sólo del espacio donde orina. Y no estoy muy seguro.
Bueno, un abrazo colateral,
PABLO GONZ
14 julio, 2011 a las 14:14
Vaya ahora entiendo por qué todos mis jefes, más o menos de manera velada, han acabado echándome por desleal…
14 julio, 2011 a las 19:00
Los jefes son todos muy perros. Exigen lealtad cuando lo necesitan y comprensión cuando uno les exige la lealtad a ellos. Hay que tratar de ser autónomo, digo yo.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
PD.: A escala internacional está sucediendo con el tema del Pacto del Euro. Hay crisis y tenemos que pagarla entre todos. Más fácil sería si cuando hubo bonanza se hubieran repartido mejor los beneficios, ¿no?
15 julio, 2011 a las 8:13
Intento lo de la alegría a diario, no siempre me sale… la próxima cita en la cumbre a ver si nos da la solución 🙂
Abrazos
15 julio, 2011 a las 18:38
Se verá, se verá. De momento millones de besos,
PABLO GONZ