Se desnuda con ritual parsimonia y penetra en las aguas ociosas, abrazándolas, negras entre altivas paredes que sujetan montes y cielos. Faltan segundos para la medianoche, así que toma aire y se sumerge. Fresco silente que se aquieta con él. Fin. Inicio. Ingrávido. ¿Aire? No todavía. ¿Aire? Aguantas, aguantas. ¿Aire? ¿Para qué? Para vivir, imbécil. Y emerge rompiendo el cristal oscuro; sus ojos buscan la playa. Allí, de pie, su mujer, con la linterna.
PABLO GONZ

TRABAJO
El primer año la tierra era estéril. No obtuvo cosecha. El segundo año abonó con estiércol pero la semilla era mala. No obtuvo cosecha. El tercer año abonó con estiércol y eligió una buena semilla pero llovió poco. No obtuvo cosecha. El cuarto año abonó con estiércol, eligió una buena semilla, regó por medio de un canal. Y obtuvo una cosecha monstruosa. Alguien le dijo: «¡Vaya, qué suerte tienes!»
PABLO GONZ
CANDIDATO A ALCADE LOGRÓ SUDORACIÓN CERO
Según fuentes generalmente bien informadas, don Jeremías Valdenegro, actual alcalde de Burgos, logró una espectacular remontada en la última campaña electoral por medio del acertado expediente de sellar sus axilas con silicona para ventanas marca Sicaflex (tecnología suiza). Gracias a este inteligente sistema de postposición higiénica, el notable político burgalés pudo dedicar a la captación de votos todo el tiempo que sus oponentes debían consagrar a su aseo corporal, logrando al mismo tiempo incrementar su cercanía física con los votantes a la hora de estrechar sus manos.
PABLO GONZ

A Sándor Márai
MEMORIAS DEL PUENTE MARGIT
Ved a ese hombre alto y espiritual, de nariz prominente y ojos hundidos, que camina sin gracia, como si arrastrase un cajón. Es Ferenc Acsádi y vive en un pobre departamento de la Logodi utca, en Buda. Todas las mañanas, desde hace más de tres décadas, cruza el puente Margit con una rígida sonrisa. Y siempre, al llegar a Pest, se aparta de la marea humana y extrae un papel en el que anota algunas frases. Luego se reencamina a su puesto de bedel en la estación de Nyugati, donde se desempeña con pulcritud hasta las cinco de la tarde. A esa hora regresa a su casa donde tiene un arcón en el que guarda el citado papel. Después, hace vida normal.
Un hermoso día de primavera. Ferenc Acsádi se jubila y abre el arcón donde, según sus cálculos, debe de haber más de diez mil microcuentos: todos los papeles están en blanco. No grita. No llora. Recuerda. Comprende. Más de treinta años atrás, comenzó a escribir las historias que el viejo puente le susurraba. Pero esas historias no le pertenecieron nunca. Mira por la ventana de vidrios verdosos. Una calle arrugada, como la piel de su rostro. Pero ojos claros con pupilas que se dilatan: regresa junto al arcón a toda prisa, lo cierra y lo arrastra hasta la calle, donde toma un taxi. Ya van rumbo a Pest. «Por el puente Margit», aclara Ferenc. «¿Por dónde si no?» Una en punto de la tarde. El taxi se detiene a un costado de la Szent István körut. El flujo pertinaz de los vehículos. Su fetidez. Ferenc abre el arcón. Allí están sus cuentos. De nuevo.
PABLO GONZ

Las sombras son lo que de la noche queda en el día. La luna y las estrellas lo que del día queda en la noche.
PG
EL PERSEGUIDO
–¡Desvergonzado, plagiaste el título de mi novela!
–¿Perdón, en qué se parecen Calaverada y Cornucopia?
–Hombre, salta a la vista. Ambas palabras tienen diez letras de las que comparten nada más y nada menos que tres: la c inicial (que para más inri es mayúscula), una r y la a final. Además, fíjate en lo que se parecen la d y la p.
–Bueno, ¿y las diferencias no las tienes en cuenta?
–¡Las diferencias también me las plagiaste!
PABLO GONZ

¡PECADORES!
¡El que no se haya acostado alguna vez con cuatro negras despampanantes que tire la primera pie…
PG

VIAJEROS
Aquella tarde tomaron un tren hasta el aeropuerto y se pusieron en la fila de entrega de equipajes. Llevaban dos maletas vacías, seguramente las únicas de todo el vestíbulo. Ante ellos, una mujer negra, alta y soberbia, que iba vestida de celeste y llevaba a la espalda a un bebé dormido. Más allá, descubrieron a una familia de rubios muy rubios, quizás islandeses, y a un chico de unos doce años embutido en la típica chaqueta de internado inglés. Poco después, oyeron y vieron sumarse a la fila a un empresario italiano que no dejaba de berrear por teléfono. En resumen, no puede decirse que aquella tarde lo pasaran mal. A las seis ya estaban de vuelta en su pisito.
PABLO GONZ

«Lo que ve un hombre depende tanto de lo que mira como de lo que su experiencia visual y conceptual previa lo ha preparado a ver».
THOMAS KUHN
EL MAGO FRUSTRADO
Frente a nadie realizo el truco de transformar el plomo en oro. Nadie me ve, nadie me cree.
LA COPA
Tan transparente, casi aire. A través de ella todo se refleja. Luego bebo y el mundo es mío.
EL ÚLTIMO HOMBRE DE LA CIUDAD
Me detengo frente a la luz roja. Al fondo la cordillera. Por la avenida rueda una bolsa plástica. La ciudad, vacía. Este semáforo me ha sido dado sólo para mí. Soy el último.
PEDRO GUILLERMO JARA
Fieros, el norte
avizoran mis ojos.
Hadas al sur.
En la cosmología tradicional china se distinguen dos principios complementarios: el yin o principio pasivo y el yang o principio activo. En la astrofísica occidental impera la teoría del Big Bang que dibuja un universo en permanente expansión. Pues bien, yo propongo la teoría del Bin y el Bang: un universo que a ratos se contrae y a ratos se expande. ¿Cómo te quedó el ojo?
PABLO GONZ
IGNORACIÓN DIVINA
–Hola, soy David. Yo mato gigantes.
–Hola, soy Nur, el escudero de David. Yo cargo su honda para que él mate gigantes y de mí no se acuerda ni Dios.
–Hola, soy Myriam, madre de Nur. Yo crié a mi hijo hasta que entró a servir a David y de mí sí que no se acuerda ni Dios.
–Hola, soy Yahvé. Yo creé a Myriam, a Nur y a David, incluso a Goliat. Y me acuerdo de todos.
–Hola, soy la piedra.
PABLO GONZ
UN DÍA MÁS
Despierta en mitad de la noche con una brutal congoja. En la mesilla, el reloj marca las diez y diez. «Imposible», dice y se incorpora para encender la lámpara. En efecto, el despertador está al revés. Son en realidad las cuatro menos veinte. Respira hondo sonriendo y da vuelta al reloj. Luego, apaga la luz y se tumba. Pero enseguida se incorpora de nuevo, gira cuatro veces más el reloj y ríe con demencia: acaba de ganar un día.
PABLO GONZ
EL GIGANTE
Hoy llegó de nuevo el gigante. Se detuvo a la entrada de nuestro pueblo y sonrió con su bondad característica. Le dimos todo: es nuestra obligación.
PABLO GONZ

LAS PECAS PODRÍAN SER EXTRATERRESTRES
Auténtico estupor ha provocado en la comunidad internacional el anuncio hecho ayer en Glasgow por la doctora Susan Sommer del Southern General Hospital. Tras estudiar más de treinta mil pecas de casi seiscientos voluntarios de todo el mundo, la facultativa escocesa declaró que: «las efélides, llamadas comúnmente pecas, poseen una estructura anatómica determinable que incluye, además de los órganos propios de todo animal, un corpúsculo de tungsteno (realizado según tecnología desconocida en la Tierra) que sirve para almacenar y transmitir datos relativos a nuestro planeta». Para demostrar su aserto, la doctora Sommer proyectó en una pantalla algunos segundos de un partido de baloncesto celebrado en Oakland (California) en el año 1922. Estas imágenes las extrajo de una peca de Barry Tongg, ciudadano norteamericano de 102 años de edad.
PABLO GONZ

No conviene sentirse solo en un bosque ni hacer el amor con un árbol.
PG
Nuestras lágrimas se parecen como dos gotas de agua.
PG
LA CORONA DEL AHORCADO
–¿Por qué han colgado a ese hombre, Bidart?
–La gente desconfiaba de él, Sire.
–¿Era un ladrón, un violador, un asesino?
–No, Sire. Era un santo.
PABLO GONZ

UNIDOS
Una fresca tarde de verano, al señor del castillo se le antojó escuchar música. Y mandó que trajeran al arpista, encerrado por costumbre en la mazmorra. «El arpista ha muerto», le dijeron al volver. Pero el señor no respondió. Miraba, sin respirar, los undosos trigales de su feudo.
PABLO GONZ