AQUÍ ENTRE NOSOTROS/51
4 noviembre, 2011
EL CRÍTICO AMATEUR Y EL CRÍTICO PROFESIONAL
–Es lento.
–No, el autor domina el difícil arte de la contención narrativa.
–Será, pero es que además no hay quien lo entienda.
–Mal visto: encripta sus significados como una propuesta lúdica no apta para lectores cómodos.
–O sea, que aburre.
–¡Nanay! Consigue erigir su obra sin ceder a los cantos de sirena del sensualismo actual ni al recurso facilón de la subdivisión ibseana.
–En resumen: comprar este tipo de libros es tirar el dinero.
–Ahí yo no entro porque a mí las editoriales me los regalan.
PABLO GONZ
4 noviembre, 2011 a las 11:57
Y que tengan un estupendo fin de semana. Transmitiendo desde Valdivia (Chile) con sol y más sol.
Abrazos por fin selenitas,
PABLO GONZ
4 noviembre, 2011 a las 12:01
Buenísimo, me hizo reir. No sé si era el fin, pero me reí. Un saludo grande, buen finde.
Neli 🙂
4 noviembre, 2011 a las 12:11
La finalidad era establecer una comunidad de sentimiento. Lo logramos, Nélida.
Besos enormes,
P
4 noviembre, 2011 a las 12:11
Pablo, que bien diferenciado, aunque uno y otro conviven en el mundo literario, siendo el amateur – compradores – los que encumbren o no, una obra.
Buena reflexión.
Un fuerte abrazo.
4 noviembre, 2011 a las 12:40
A la larga lo que encumbra una obra es la lectura. Ha habido y hay pretensiones de adjudicar el calificativo de clásica a mucha literatura actual pero lo que la hace clásica es el paso del tiempo, la supervivencia de esa obra, su habilidad para serpentear de generación en generación. Hay enormes autores triturados por su propia muerte. Otros que comienzan a respirar en cuanto son enterrados. Las obras no son sus autores, aunque procedan de ellos.
Un abrazo enorme, Nicolás.
P
4 noviembre, 2011 a las 12:45
Qué bonita es la variabilidad humana! Hoy me pongo del lado del lector, son ellos- y yo como tal- quienes tienen que encontrar placer en desgastar su vista leyendo. Y en eso, pasa como con los colores, hay gustos para todo.
Abrazos.
4 noviembre, 2011 a las 13:25
Podría haber más colores si hubiese editores más arriesgados, más amantes de la literatura en sí, no de la literatura como producto de mercado.
Abrazos tipo en fin,
P
4 noviembre, 2011 a las 13:13
Yo soy lectora, y como tal me gusta disfrutar un libro o decidir que no sigo leyendo y que he malgastado el dinero (o lo han malgastado otros por mi).
Muy divertido, sobre todo la puntilla final.
Abrazos vernícolas
4 noviembre, 2011 a las 13:27
Yo también soy lector, Ana, y cada vez me creo menos la impresión de los críticos profesionales, comprometidos con los medios para los que trabajan. Leo con mucha más emoción un libro recomendado por un amigo con palabras que soy capaz de comprender. Me pasó con «La piel fría», por ejemplo.
Abrazos ca vernícolas,
P
4 noviembre, 2011 a las 13:29
Por cierto, se me olvidaba: hoy quedó entregado el libro en la biblioteca de la UACh; te mandan un saludo de agradecimiento,
P.
5 noviembre, 2011 a las 10:56
Gracias a ti! por leerlo como tu sabes… yo también leí de otra manera Novela de Ajedrez, y ya la he recomendado bastante, Zweig me lo agradecerá 🙂
Un abrazo
5 noviembre, 2011 a las 14:30
La literatura te lo agradece (eso dice).
4 noviembre, 2011 a las 13:29
Jajaja Me ha gustado, pero al final soy yo la que decide si algo me gusta o no…
Besos desde el aire pasado por agua, mucha agua…
4 noviembre, 2011 a las 13:32
Así es, Rosa. El peso de la crítica profesional nunca es absoluto. Se combina con el de la publicidad y el del boca a boca, que es, creo yo, el factor más importante de difusión de un título.
Abrazos secos desde el reumatismo,
P
4 noviembre, 2011 a las 13:32
Cáustico…
Besos
4 noviembre, 2011 a las 13:34
Sí, querida prima, a los críticos no les vendría mal un bañito de cal viva.
Besos enormes,
P
4 noviembre, 2011 a las 13:39
Y depende de si regalan el libro con algo más, incluso se puede hacer una buena crítica…
4 noviembre, 2011 a las 13:40
No todos, claro, no se me vayan a enfadar los profesionales 🙂
4 noviembre, 2011 a las 15:13
Hay de todo, es verdad. Incluso críticos profesionales que no leen los libros de los que escriben. En todo caso, es cierto, condenar a una profesión en su conjunto es injusto para los que hacen bien su trabajo. El caso ejemplar era Ignacio Echevarría (despedido de El País por no hacer una buena crítica de un libro de Bernardo Atxaga).
Abrazos enormes,
P
4 noviembre, 2011 a las 14:00
Hilarante!!!!
Extraordinario micro/crítica/reflexión para comenzar con buen humor el fin de semana. Aprender a reír de nuestros (pequeños) males siempre es un primer buen paso.
Feliz fin de semana, Pablo!!!!
4 noviembre, 2011 a las 15:14
La risa es fundamental, Patricia, sobre todo como portal de algo aún más necesario: la mejora de la realidad.
Un fuerte abrazo,
P
4 noviembre, 2011 a las 14:27
Siempre hay una mosca cojonera que tiene que llevar la contraria a todo.
Muy buenas visiones ambas, con la del pardillo, ¡todos a la hoguera! con la del contestón…dosis de optalidón.
Saludos maestro.
4 noviembre, 2011 a las 15:16
Gracias, Enmascarado. Preferiría que me considerases por lo que soy: un eterno aprendiz.
Abrazos con la cabeza baja,
P
4 noviembre, 2011 a las 15:29
Divertido, divertido. A mi cuando me pasa algo parecido me voy a los clásicos.
Ah por xierto… ¿Alguien me podría prestar el Lazarillo en versión contemporánea, k la k tengo está en castellano pasado de moda y no se entiende na?. ;P
Feliz fin de semana
4 noviembre, 2011 a las 15:38
Yo no lo tengo en ninguna versión, Ana, pero me permito recomendarte que hagas el esfuerzo de leerlo en el original. Creo que es alcanzable para cualquiera que conozca bien el castellano actual y el autor se merece que lean lo que él escribió. Además aprenderás muchísimo.
Un fuerte abrazo,
P
4 noviembre, 2011 a las 17:26
Imagen perfecta de esa profesión siempre tan impura, por subjetiva y condicionada.
La gracia está en el momento en que descubren que el autor ha querido decir cosas en las que ni siquiera pensó al escribir.
Un abrazo desde esta Galicia pasada por agua.
4 noviembre, 2011 a las 19:24
Tocas un asunto delicado: el de las atribuciones. Quizás en el siglo XIX se podía permitir que el crítico especulara con las intenciones del autor pero hoy existen los mails: se trata de enviar una carta y preguntar: ¿Qué querías decir con esto? Yo, una vez, traté de imitar a Alfred Jarry (a quien jamás había leído) lo cual me dejó muy impactado. Por cierto, luego leí a Jarry y me inspiró tanto que lo imité en una novelita, pero esa es otra historia.
Abrazos fritos desde Valdivia,
P
4 noviembre, 2011 a las 18:01
jajajaa….perdòn pero..jajajjaaaa muy bueno…
Abrazo a mi buen amigo Pablo…su lectora Amateur
4 noviembre, 2011 a las 19:25
Reír, abrazar, leer… haces puras cosas lindas.
Millones de aleteos de colibrí,
P
4 noviembre, 2011 a las 19:32
Algunos, más que críticos, podrían llamarse «espantalectores» o «espantapelículas». Prefiero ser crítica amateur sin publicación, que pedantejuezencumbradoparamasas.
Besos desde el mediterráneo levantino
4 noviembre, 2011 a las 19:37
Hay algunos críticos que se dedican a hablar mal de las obras que tienen que analizar porque pretenden hacerse conocidos por este medio. Sí, lo logran pero su nombre siempre queda cerca de un insulto.
Abrazos pacíficos,
P
4 noviembre, 2011 a las 19:41
Por no hablar de las mafias académicas que cifran el interés de un autor en su orientación sexual, su grado de feminismo, o idiologia, no importa cuál sea, etc…
La crítica literaria no es filosofía ni politica ni religión. Es una meditación sobre la vida, una forma de vida en sí misma. No hay que renunciar a nada y, sobre todo, no perder de vista las líneas maestras de la tradición cultural occidental. No creo, por tanto en la distinción entre crítico amateur y crítico profesional. Hay tantos críticos como lectores, excelentes lectores anónimos, hambrientos de individualidad…
Caro amigo, Pablo. Ilustraré lo anteriormente dicho con una sencilla explicación de la llamada teoría de las descripciones. Por » descripción » entiendo una frase tal como: » El conocimiento es un amigo mortal «, en la que una persona o cosa es designada, no por un nombre, sino por alguna propiedad que se supone o se sabe que le es peculiar. Tales frases han sido causa de mucha complicación. Supóngase que digo: » Mi obra maestra no existe «, y supóngase que alguien me pregunta: » ¿ Qué es lo que no existe ? «. Parecería que si digo » mi obra maestra » estoy atribuyendo una especie de existencia a ésta. Es obvio que no hago la misma aseveración que si dijera » el triángulo redondo no existe «. Esto parecería implicar que mi obra maestra es una cosa y el triángulo redondo otra, aunque ninguna de las dos existe. La teoría de las descripciones estaba destinada a resolver ésta y otras dificultades…
Lo dicho, aquí entre nosotros. Genial, Pablo, para variar.
Un abrazo fuerte.
4 noviembre, 2011 a las 20:02
Oye, me ha llamado la atención eso de la teoría de las descripciones. A ver si me leo algo, ¿sugerencia?
Abrazos,
P
4 noviembre, 2011 a las 20:17
Bertrand Russell contribuyó a ello…
4 noviembre, 2011 a las 20:19
He leído algo de Russell. Y andaba con ganas de volver. La antena ya da vueltas.
Más abrazos,
P
4 noviembre, 2011 a las 19:46
disparas con bala.
no entiendo de arte pero sé lo que me gusta.
4 noviembre, 2011 a las 20:04
Esa es la base. Luego hay que saber por qué te gusta. No hay nada más.
Sobre las balas. Disparo y si las gasto todas, remato a culatazos. Los pedantes me joden no sabes cómo.
4 noviembre, 2011 a las 20:08
Al final, el crítico, opina, y toda opinión es criticable. se cuente con las palabras que se cuente que son las que marcan la diferencia entre uno y otro.
Saludillos críticos
4 noviembre, 2011 a las 20:24
Ojo que en el crítico, como en el periodista, está el asunto de la responsabilidad social. Por cierto, se me ocurrió hace tiempo una idea para una columna (la tendría que escribir un experto en crítica literaria). Pensé que se podría llamar algo así como «La piel del cordero» y sería una crítica de las críticas publicadas durante la semana. «Este señor verdaderamente lo hace bien o mal, cometió estas faltas de ortografía, la crítica no consiste, o sí, en mostrar sus conocimientos paleontológicos, ojo, porque esto lo copió de la Wikipedia, etc» Yo lanzo la idea por si alguien se anima. Insisto: debería ser un crítico experto (idealmente bloguero, claro, y rico para no depender de un sueldo)
Abrazos púckicos,
P
4 noviembre, 2011 a las 20:54
Me encantan tus entradas pero es un verdadero placer leer los comentarios. Como también lo es pasarme por aquí de tanto en tanto a pasar un buen rato leyendo buenas letras.
Abrazos
5 noviembre, 2011 a las 13:56
¡Hombre, Carlos! Un gustazo volver a verte por aquí. ¿Retomas «en las hojas»? Pasaré a leerte.
Un abrazo,
P
PD.: Es verdad, tengo que habilitar la opción «comentar los comentarios».
4 noviembre, 2011 a las 21:32
Pero es que estas dos realidades están en todo. Es la eterna dualidad. Yo, blanco, tú, negro. Yo, cobro, tú, pagas. Yo lo entiendo, tú, pagas. Yo lo arreglo, tú, pagas. Yo, listo, tú, pagas… Y así podríamos estar, pues, imagínate…
5 noviembre, 2011 a las 13:57
¡Protesto! A mí siempre me toca pagar.
5 noviembre, 2011 a las 20:24
Cuantos más seamos, más protestamos.
7 noviembre, 2011 a las 11:40
😉
4 noviembre, 2011 a las 22:49
Me has recordado las veces que al leer la crítica de un libro que ya conocía o había leído, me quedaba con la duda de si estaba hablando del mismo libro que yo creía…
Muy divertido
Buen fin de semana
5 noviembre, 2011 a las 13:58
Es que hay críticos muy aficionado al patinaje (sobre todo mental). La primera crítica que yo le haría un crítico es que no hablen del libro que están criticando sino de otras cosas. A partir de ahí podríamos afinar.
Un besazo, Elysa.
P
5 noviembre, 2011 a las 0:35
Jajaja, me has recordado al profesor de mi hija, pretendía que le explicara los poemas que la puñetera escribe, jajaja.
Besicos muchos.
5 noviembre, 2011 a las 13:59
Tu risa es mi triunfo, Nani.
Besicos en aspersión geométrica,
P
5 noviembre, 2011 a las 5:58
Real como la literatura misma.
Un abrazo,
5 noviembre, 2011 a las 14:00
Gran proverbio, Ernesto. Lo citaré mucho, con tu permiso.
Abrazos fuertes,
P
5 noviembre, 2011 a las 10:20
Pero, entonces… ¿me lo leo?
Besos transoceánicos…. de momento.
5 noviembre, 2011 a las 14:01
Sácalo de la biblioteca y échale un vistazo primero, para no tirar los mangos, que está la cosa muy achuchá.
¿Cuándo pasas al Virreinato de Nueva España?
Abrazo,
P
5 noviembre, 2011 a las 20:03
En realidad y para serte sincero, hace años que no compro libros. Me propuse el desapego y la concisión en mi vida. Los saco de la biblioteca.
En tres semanas cruzo el charco… QUÉ GANAS!!!!
7 noviembre, 2011 a las 11:39
Bien, mucha emoción, que se vayan preparando los mexicanos para vivir un nuevo 15M. 😉
5 noviembre, 2011 a las 13:20
Tienes más razón que un santo. Los críticos en el fondo no aprecian lo que cuesta un libro…
5 noviembre, 2011 a las 14:04
Bueno, tú los sabes, Luis, mientras escribías «La generación Kronen» tuviste que entrevistar a varios. Además, se ve la displicencia con que se despachan a veces ciertos títulos. En general, yo diría de los críticos que son muy cobardes. A los autores consagrados no se atreven a enfrentarlos y se desahogan con los pequeños. Seguramente debería ser al revés: vigilar con rabia a los mayores y mimar a los pequeños para que vayan creciendo sin sobresaltos. Pero, en fin, es sólo una opinión.
Abrazos fuertes,
P
5 noviembre, 2011 a las 14:11
TIENE MUCHA GRACIA.
Muestra el ego del crítico profesional queriendo encumbrarse posando como un tipo profundo, mira que he conocido tipos así; quienes además rara vez aportan una obra propia.
5 noviembre, 2011 a las 14:27
Pavos reales, nada más.
Abrazos fuertes,
P
19 noviembre, 2011 a las 15:46
Buen diálogo. Realismo laboral, en cualquier campo. Una lectura amena que esconde filosofía vital. Pablo,me gustan tu foma y tus contenidos.
21 noviembre, 2011 a las 11:58
Muchas gracias, Petra. Eres bienvenida por estos lares.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ